En ella, referente a mi aportación a la antología, leemos:
"Los signos de Caín”, de José María Tamparillas, se encarga de proveer de un mito etiológico a una de las características destacadas del campo aragonés (no entraré en más detalles por no revelar detalles inapropiados sobre su conclusión). El cuento destaca por la recreación de la atmósfera y la caracterización de los personajes, con sus buenas dosis también de costumbrismo, aunque en un plano sobre todo psicológico (algo así como Stephen King… si King hubiera nacido en Aragón en vez de en Maine). Juega con la exteriorización física (y pública… o al menos aparentemente pública) de demonios internos, y con las consecuencias de este exhibicionismo involuntario.
También podemos leer:
Para concluir, me gustaría romper una de mis normas. Mis reseñas en Rescepto rara vez presentan valoraciones explícitas. No creo en los juicios absolutos y, aun siendo imposible abstraerme de mis impresiones personales, intento potenciar la aplicabilidad de estos textos recurriendo principalmente a la descripción y el análisis. En este caso haré una excepción, porque por valor literario, amenidad y potencial evocativo “Nuevas leyendas aragonesas” es una de las mejores antologías que he tenido ocasión de leer. Desde luego, no desmerecen de las antiguas.
Ver toda la reseña en Rescepto
La segunda corre a cargo del periodista y escritor aragonés Juan Bolea en su sección "Sala de máquinas", en El Periódico de Aragón.
Dice de "Los Signos de Caín":
Por último, aunque tanto montan, José María Tamparillas hará resonar en los ecos y miedos del lector el alma de las piedras, con sus maldiciones y energías telúricas.
Ver todo el artículo en El Periódico de Aragón
"Los signos de Caín”, de José María Tamparillas, se encarga de proveer de un mito etiológico a una de las características destacadas del campo aragonés (no entraré en más detalles por no revelar detalles inapropiados sobre su conclusión). El cuento destaca por la recreación de la atmósfera y la caracterización de los personajes, con sus buenas dosis también de costumbrismo, aunque en un plano sobre todo psicológico (algo así como Stephen King… si King hubiera nacido en Aragón en vez de en Maine). Juega con la exteriorización física (y pública… o al menos aparentemente pública) de demonios internos, y con las consecuencias de este exhibicionismo involuntario.
También podemos leer:
Para concluir, me gustaría romper una de mis normas. Mis reseñas en Rescepto rara vez presentan valoraciones explícitas. No creo en los juicios absolutos y, aun siendo imposible abstraerme de mis impresiones personales, intento potenciar la aplicabilidad de estos textos recurriendo principalmente a la descripción y el análisis. En este caso haré una excepción, porque por valor literario, amenidad y potencial evocativo “Nuevas leyendas aragonesas” es una de las mejores antologías que he tenido ocasión de leer. Desde luego, no desmerecen de las antiguas.
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La segunda corre a cargo del periodista y escritor aragonés Juan Bolea en su sección "Sala de máquinas", en El Periódico de Aragón.
Dice de "Los Signos de Caín":
Por último, aunque tanto montan, José María Tamparillas hará resonar en los ecos y miedos del lector el alma de las piedras, con sus maldiciones y energías telúricas.
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