lunes, septiembre 11, 2006

Relatos de terror: "La isla de los Hongos"

Después de un abandono dramático en las profundidades de una mudanza, he podido desenterrar de entre su sepultura de cajas ese maravilloso volumen de la editorial Valdemar llamado "Mares tenebrosos".

No voy a entrar en un análisis exhaustivo, no es el objeto de este blog, o al menos de esta entrada. Déjenme que me centre en uno de los relatos, en uno que me ha hecho disfrutar especialmente. No creo que sea ni el mejor, ni el mejor escrito, ni el que posea la historia más original. No, no se trata de una obra maestra Sin embargo posee un carácter especial, simpático, podríamos decir embriagador: el dulce sabor de esos vinos delicados, de paladar dulce y aterciopelado que, en exceso nos empalagan, pero en su justa medida provocan nuestro deleite y una posterior sensación de satisfacción, de cerrada e íntima satisfacción.

Se rata del relato "la isla de los hongos" de P.M. Fisher.

Poco sabemos de este autor, principalmente que se dedicó entre los años 20 y 40 a escribir historias para diferentes revistas Pulp... y he ahí el encanto de este relato, eso tufillo a relato de revista pulp,de esos que requieren más que nunca, debido a su ingenuidad latente, la suspensión de la credulidad por parte del lector.

No voy a engañarles, me encanta practicar ese juego, me encanta subvertir mi incredulidad, ocultarla, esconderla permitiendo salir a la luz una vacilante credulidad, una sencilla credulidad, una suspensión de los mecanismos de racionalización que me retrotraiga a esa edad maravillosa, cuando un relato fantástico se nos hacía real, palpable, casi necesario para salir del vulgar devenir de la vida cotidiana.

Este relato es perfecto para ello. Me regocijo con su puerilidad, con su inocencia... uno siente al leer un viejo relato pulp como una especie de remusguillo propiciado por la aparente ingenuidad que impregna esos objetos de la imaginación. Es como si esos autores pretendieran encararse con fuerzas innombrables, con arcanos misteriosos, con aventuras oprobiosas y complicadas, con una perspectiva simple, superficial con una pompa y fatuidad casi risible, sin la profundidad psicológicay la sobriedad macabra que baña buena parte de este tipo de literatura actual... ingenuidad que despierta esa media sonrisa de conmiseración en nuestros labios, sonrisa que luego borramos porque hemos disfrutado como niños...

Ante todo nos encontramos con otro relato en el que prima más la atmósfera, el entorno, que la trama en sí, aunque ésta no se deja de lado nunca y es lo suficientemente atractiva como para que no nos desembaracemos de ella, aburridos de no ver que pase nada después de páginas y páginas de atmósfera y más atmósfera. Es un relato del tipo la otra dimensión de la naturaleza o naturaleza sobrenatural en los que lo inexplicable envuelve, asfixia, a los protagonistas y al lector sin asomo de piedad ni aparente vía de escape.

Todavía no he terminado de leer todos los relatos que componen esta antología. Pero lo que llevo leído me impulsa a arriesgarme y recomendarles a todos ustedes, a todos aquellos que sientan atracción por lo siniestro, por las emanaciones malignas que el mar, el océano infinito y oscuro, también posee, que compren y disfruten de esta excelente obra.

Lean, lean... y cuidado con las tempestades y la niebla. Sólo pocos saben que las puertas del infierno se abren tras ellas

viernes, septiembre 08, 2006

Alatriste

¿Alquien sabría darme una definición acertada de terror en tanto a concepto y nos sólo en cuanto a género?

No, no por favor, no comiencen a inundar este modesto blog haciendo caso de tan estúpida pregunta. No es esa mi intención al hacerla... uno, que tiene veleidades literarias y, a veces, le da por salirse por la tangente del verbo.

Y es que les quiero hablar de 'Alatriste', 'Alatriste' la película.

Para empezar me reconozco absoluto entusiasta, friki, diríamos, del universo Alatristiano, o lo que sería lo mismo decir, de la recreación cruda y singular del Madrid, de la España del siglo XVII que el señor Pérez Reverte presenta en sus obras dedicadas a tan rancio antihéroe.

Vayamos a ello.

¿Por qué hablo de terror? ¿Por qué pido una definición acertada del concepto?

Quizá porqué desde hacía mucho tiempo una película, una historia tan bien contada como 'Alatriste', no me había puesto cara a cara con esa vertiente del miedo que es la propia y simple humanidad, sin toques sobrenaturales, sin estallidos psicóticos: simple y llanamente unos hombres, unas mujeres metidos en un mundo donde no hay más reglas que la propia supervivencia, y un trasunto llamado honor, del que se gallea mucho, pero que, a la postre, no es más que una poco sutil máscara donde se esconde el miedo a la soledad, a no ser nada (ni nadie), a no tener un destino ni un fondo palpable.

Porque he pasado miedo, sí, unas pocas veces. Aterrorizado hasta dónde se puede llegar siendo un simple hombre vapuleado por las circunstancias: metido en una guerra, tan cruel como todas, pero una guerra (en una vida, en una sociedad) en la que, cuando te llevabas a un ser humano por delante, sentías su sangre fluir por tus manos, su cuerpo tensarse trinchado por tu acero, boqueando en busca del aire que se le escapa a borbotones, por la tajadera abierta en su garganta... enemigo y, llegado el caso, amigo.

Sí, me gusta el miedo a lo sobrenatural, ese miedo artístico; me gusta el miedo que hurga en las cloacas de la mente, en la enfermedad; hasta el miedo que nace de una naturaleza desenfocada, dislocada, animada por estímulos poco comunes... pero el miedo que surge del natural devenir de una sociedad, de unas personas vulgares y corrientes, de lo que son capaces de llegar a hacer y de qué manera lo hacen, ese miedo sí que me pone los pelos de punta.

Eso es, entre otras muchas cosas, 'Alatriste'.

Nunca he pecado de chauvinismo. Lo que es malo, o simplemente no te ha gustado, es así y punto, sea español, aragonés, en mi caso, o de la madre que lo parió. Pero 'Alatriste' es una de esas películas que le reconcilian a uno con un cine español al que le costaba ganarme para su causa de un tiempo a esta parte.

Y es que estoy harto de introspecciones aceradas, de viajes al fondo oscuro de la esencialidad intrapersonal, harto de una antropología de celuloide con pretensiones de alta cultura, harto de que no fueran capaces de darme, además de eso, recalco, además de eso, algo más... una simple historia bien contada, sin artilugios que delaten el posmodernismo ultrahumanista del autor, lo rompedor que es, lo especial del universo que atormenta su creatividad: una historia... y si no saben lo que es, que lean a Steinbeck, Cervantes, Sciascia, Torrente Ballester...

Con eso quiero decir que no me molesta esa paparruchada de 'película de las que te hacen pensar' pero si 'no me entretiene'... entonces, ande yo caliente y ríase la gente.

Pero me voy por las ramas.

Hay que ir a ver 'Alatriste', hay que empaparse de una parte de la historia de España casi olvidada; hay que ir a ver a un grupo de personajes atormentados por su destino insoslayable y trágico, capaces de lo meor y lo peor, inmersos en una marea todopoderosa y cruel.

Al final, el director es como si nos dijera, 'esto es lo que hay, nada más'. Y entonces respiramos hondo, nos encogemos un poco y salimos de la sala algo más sabios, algo más asombrados de pertenecer a esta especie.

Vean, vean.