martes, febrero 22, 2011

Sherlock Holmes y los Zombis de Camford

Sin riesgo no hay emoción. Es una de esas citas anónimas que suelo repetirme a veces.

Alberto López Aroca
se ha arriesgado; ha parido una maravillosa novela de aventuras, de esas que no puedes dejar de leer una vez has comenzado. Y no puedes hacerlo por varias razones: la primera, por el notable trabajo de ambientación y documentación; segunda, por los constantes guiños a ese canon holmesiano y a la fusión de, permítanme la palabreja, "frikadas" emotivas; tercera, por la solidez del argumento; y cuarta y definitiva... porque por fin leo un libro de entretenimiento bien escrito, muy bien escrito, un libro con el que no me tiemblan las carnes porque no encuentro aberraciones, disparates gramaticales, exabruptos semánticos y argumento infumable.

Y es que, no por querer escribir un libro de aventuras, de entretenimiento, hay que caer en la relajación de formas que demasiadas veces uno lee en esos Best Sellers infames que proliferan en los anaqueles de las librerías. El lector de este tipo de literatura, también es un lector serio, que exige algo más que una buena idea, etiquetas y tópicos argumentales.

Hay que agradecer el estilo ligero y ágil con el que nos premia el autor. Agradecer esa visión de las aventuras de un Holmes a través de un filtro menos almidonado que el del Dr. Watson. Agradecer el sentido del riesgo al introducir ciertos retazos demenciales y no por ello chirriantes, sino sorprendentes y adictivos.

Agradecer a Sergio Mars la crítica en su blog, que me animó a leer el libro, eso y la atracción inexplicable a la que uno es a veces abocado cuando ve cierto libro aunque no sepa nada de él.

Una gran recomendación para pasar un rato divertido, que a veces, en la literatura, es lo que cuenta de verdad.