jueves, junio 26, 2008

Basicos del terror: la casa del juez, de Bram Stoker

Aparte de su obra maestra, singular y única: Drácula, Bram Stoker fue un novelista y cuentista desigual. La joya de las siete estrellas y La guarida del gusano son dos novelas de resultado desigual, que sin llegar a una mediocridad lacerante, nunca se acercan a la calidad de nuestro vampiro transilvano. Lo mismo sucede con sus relatos, buena parte de ellos recogidos en antologías editadas por la Editorial Valdemar: calidad desigual.
Sin embargo, rebuscando, uno puede encontrar algún que otro abalorio que brilla con luz propia.
Hoy nos trae aquí La casa de Juez (The judge’s house).
Se trata de un cuento de corte clásico, impecable. Como casi todas las obras de la época, para un lector actual, se dibuja previsible, pero si hacemos el esfuerza de arrojar ese descreimiento irrespetuoso, y leemos las líneas con objetividad y desaspego, nos encontramos con un relato muy bien escrito. La casa del juez es un buen ejemplo de cuento clásico de terror. Escrito en 1914, trata de las cuitas de un joven estudiante que huye del trafago cotidiano, escapa a un pequeño y aislado pueblo en busca de paz, y termina alojándose en una viaja casa, antigua residencia de un cruel y estricto juez.
La superstición popular la define como una casa encantada en la que es mejor no entrar y menos ir a vivir. Con apenas unas breves pinceladas, Stoker nos deja entrever la insensatez de semejantes pensamientos. Como en todo cuento influenciado por la Ghost Story, sobre el texto sobrevuela una nube de incredulidad, casi de ironía, que mantiene al lector sumido en un estado de relajada atención, preludio de la entrada de lo sobrenatural y horroroso.
Estamos, para escritores noveles, ante un sencillo y buen ejemplo de cómo tratar ciertos elementos del entorno, de cómo hacerlos aparecer en dosis justas, en el momento adecuado. Una simple lección a estudiar de arriba abajo.
Sin embargo, en mi opinión, lo mejor es su final. Trazado con tiralíneas, sí, quizá algo previsible, pero espléndidamente retratado, con pulso firme, sin aspavientos, sin grandilocuencias… Los hechos suceden severos, incontestables. No hay adornos supérfluos ni expresiones floridas. Sabemos qué es lo que va a ocurrir, lo sabemos desde muchos párrafos antes, cuando el autor nos deja caer una pista, pero no sabemos cómo, y esa tensión se resuelve con corrección, con una frialdad y alejamiento tales que amplifican el propio horror narrado.
Lo dicho. Un buen cuento al estilo más clásico.

Relatos en valdemar:
Cuentos de medianoche
El entierro de las ratas

martes, junio 24, 2008

El cura, de Thomas S. Disch

De nuevo en SciFiWorld. Hablando de este estupendo y extraño libro.

Termino la lectura de ‘El Cura’ de Thomas M. Disch. Cierro las páginas. Quizá un poco defraudado por el final, algo apresurado, traído por los pelos, Es un error temible que ronda a los autores. La prisa, la contemplación de la obra casi terminada que nos lleva a pisar un acelerador que habría que mantener estático; el duro trabajo a punto de llegar al colofón… pero termino la lectura con un regusto agradable, saciado por una narrativa más que correcta, una idea original y un buen hacer literario.. [leer más]

jueves, junio 19, 2008

'El mazo' a Fabricantes de Sueños

Pues eso. Uno de mis churumbeles, uno de esos a los que le tengo especial cariño, ha sido seleccionado para aparecer en la antología anual de 'Fabricantes de Sueños'.
Agradecer a los seleccionadores la oportunidad, y sobre todo dar todo mi cariño y sostén a la gente de Miasma, donde el relato apareció, por otorgarme la confianza y arriesgarse a publicar mi relatillo.

La verdad es que, cuando leo la gente que me acompaña, me da un punto de orgullo y otro de alegría: los hay consagrados como Domingo Santos y David Mateo (Tobías Grumm), J. E. Álamo, Sergio Mars, Santi Eximeno... y viejos amigos del taller de escritura: Laura Ponce, Carlos Duarte...

Enhorabuena a todos.

Os copio el comunicado oficial con el resto de seleccionados.

Tal y como comentábamos hace unas semanas, terminó el proceso de selección de la Antología Fabricantes de Sueños 2008, editada por Pórtico: Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror.
Por ello, porque finalmente se está materializando este sueño, una vez más queremos volver a expresar nuestra gratitud por la confianza depositada en la mencionada antología (por extensión, también en el grupo seleccionador del año 2008: léase Carlos Alberto Gómez, Juan José Parera, Juan Manuel Santiago, Magnus Dagon, Miguel Ángel Puente y Pily B.).

Y sin más preámbulos, pasamos a haceros partícipes de los relatos (ordenados alfabéticamente), que compondrán la selección soñadora:

- Aduya, de Sergio Parra (publicado dentro de la antología "Mensajes perdidos").
- Blackout, de Jordi Armenol (publicado en la web de Libro Andrómeda).
- Chalala, de David Mateo (publicado en MiasMa).
- El comienzo de la partida, de J. E. Álamo (publicado por Grupo Editorial AJEC).
- El hombre infalible, de Carlos Duarte Cano (publicado en Axxon).
- El mazo, de José Mª Tamparillas (publicado en MiasMa).
- Erundina salvadora, de Mª Concepción Regueiro (publicado por Alfa Eridiani).
- Historia de Alexei, de Juan Antonio Fdez. Madrigal (publicado por Grupo Editorial AJEC).
- La apertura Slagar, de Alfredo Álamo y Santiago Eximeno (publicado por NGC 3660).
- La ciudad de los muertos, de Antonio J. Cebrián (publicado en Sinergia).
- La mancha, de Laura Ponce (publicado en Aurora Bitzine).
- La muerte interior, de Claudio Amodeo (publicado en Axxon).
- Por siempre otro, de Laura Quijano (publicado en NGC 3660).
- Procedimiento de rutina, de Ramón San Miguel Coca (publicado en El Sitio de Ciencia Ficción).
- Servir al hombre, de Domingo Santos (publicado en Bem-Online).
- Vlad, de José Ignacio Becerril (publicado en Ocio Joven).
- Yamata-no-Orochi, de Sergio Mars (publicado en MiasMa).


Asimismo, hemos creido oportuno hacer mención de aquellos otros relatos y autores que se quedaron a las puertas de la selección.
Ellos son:
- Anticuerpos, de Sergio Alejandro Amira (publicado en Alucinaciones.TXT).
- El mejor de los nombres, de Néstor Darío Figueias (publicado en NGC 3660).
- Nacimiento, de Raelana Sagan (publicado en Ocio Joven).
- Palabras robadas, de Manuel Mije (publicado en Aurora Bitzine).

Al resto de los colaboradores, gracias nuevamente por la confianza depositada en nuestro equipo y, sobre todo, por vuestras respuestas positivas tras la notificación definitiva.
¡Ese es el espíritu!
Y eso es todo por el momento, Agradecidos saludos:
Los Seleccionadores de Sueños.
PD: Rogamos se dé difusión a este comunicado.

miércoles, junio 18, 2008

Reseña sobre El hombre divergente, de Marc R. Soto, en SciFiWorld

Poco hay que decir de la nueva hornada de escritores de género que andan intentando asomar la cabeza de forma definitiva en España, tan sólo que su obra es merecedora de una mayor atención, de un detenerse y leer para disfrutar. Es por ello que, aprovechando la oportunidad que la gente de ScifiWorld me dio en su momento, no puedo dejar de usar ese espacio para vocear bien alto las excelencias y logros de esa generación en la penumbra. Uno de ellos es Marc, compañero en el proyecto de NOCTE, y a su última publicación, El hombre divergente está dedicado el artículo.

Un adelanto:

Nos encontramos con historias que beben en su inmensa mayoría de la realidad cotidiana, donde la fantasía, cuando la hay, y el elemento terrorífico, se insuflan de forma natural y sin estridencias. Marc es un espléndido narrador, con una pluma que en un par de breves esbozos, que se podrán calificar de muchas maneras, pero no de simples, nos deposita en la narración sin esfuerzo. La suya es una prosa elaborada, pero sin artificios, correcta, más poética que funcional.

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lunes, junio 16, 2008

Hablando un poco del zombi

Vuelven los Zombies…, pero, me dirán muchos de ustedes, ¿es que se habían ido alguna vez?

Asistimos a un relanzamiento exitoso; nunca se había marchado del cine, pero se le ha dado un buen empujón, y, lo que es más, por fin a estallado como motivo argumental dentro del campo de la narrativa.

El zombie es el monstruo de la modernidad, como el tópico comúnmente aceptado nos dice, es la perfecta metáfora del individuo alienado, digerido y regurgitado por una sociedad hambrienta y canibalesca. No importa el origen, la forma, lo esencial en el zombie es su falta de motivación, es el regreso del ser humano a su núcleo animal más primitivo y esencial. El zombie también es un ser gregario en el sentido más lato, actúa en masa, con la tozudez una manada de lemings en busca de un precipicio; su personalidad se disuelve en el grupo que, al final no es más que un río de magma descontrolado que busca alimento, un alimento específico: sus antiguos congéneres; una nueva imagen, símbolo de alcance muy claro, si tenemos en cuenta el elemento de contagio y conversión.

Muchos dicen que el terror se mueve al ritmo de las necesidades de la sociedad que lo consume, algo así como una función de espejo deformante que nos enfrenta a los miedos y angustias del momento, que nos permite acercarnos a un mecanismo no alienante de enfrentamiento y reflexión. Hablamos quizá de miedo a la despersonalización, a la simplificación, al vacío emocional, con un terrible sentimiento de inutilidad, manipulación… el fenómeno zombie es el perfecto exponente de esta proyección a la fantasía desde lo real.

Mientras que en los arquetipos precedentes: vampiros, hombres lobo, fantasmas, asesinos... la simbología venía desde el interior, desde nuestra psicología de individuo concreto, como reflejo de partes de nuestro subconsciente no asimiladas, comprendidas o estudiadas; en el caso del zombie, el símbolo converge desde el grupo, desde otro tipo de subconsciente, el social o colectivo, el de especie en progresión sometida a las tropelías de esa evolución global. El monstruo deja de ser un ente único, distinto, peculiar, y se convierte en una miembro más del enjambre, disuelto, vacío, sin el poder de fascinación de sus precedentes -con los que había que hacer un esfuerzo de interiorización-, pero con un inquietante poder de perturbación; no en vano nos vemos reflejados en él en los aspectos más sencillos y visibles de nuestra vida cotidiana.

Simplificando demasiado, dado que luego la evolución cultural imponen sus leyes y conversiones:

  • Vampiros, hombre lobo, momias, trasgos... surgen de una alienación de índole espiritual, religiosa y mágica.
  • Asesinos y psicópatas de una alienación psicológica y emocional.
  • Gozillas, Frankensteins, arañas gigantes y similares... de su paralelo científico.
  • Zombies... a partir de la alienación económica y social, de la economía de mercado y sus mecanismos de acción.

martes, junio 10, 2008

Soy leyenda

Por fin pude ver la última adaptación al cine de la genial ‘Soy Leyenda’ de Richard Matheson.
Coincido con casi todas las críticas y comentarios que he leído acerca de ella: se trata de un producto desaprovechado… lo que podía haber sido una excelente historia, se ha quedado en una peliculilla más para pasar el rato, sin pretensiones.

Una lástima, pues el inicio es excelente y prometedor, pero conforme los fotogramas avanzan, uno se encuentra con que, por la razón que sea, los creadores no han tenido el valor de ir más allá, de aprovechar la novela y adentrarse, aunque sea de refilón, en las profundidades, en las posibilidades que brinda el argumento.

Creo que nos encontramos ante uno de los vicios del cine fantástico (comercial) actual, la absoluta falta de riesgo, la simpleza, no como bella sencillez, sino como simplonería comercial. Productos medio digeridos, pre-cocinados, por y para el rebaño, sólo eso: pretender que el espectador piense, que el espectador reflexione y vaya más allá de una simple escena de acción, de un efecto especial, de un tópico manido, es algo arriesgado y peligroso.

Triste falta de confianza, triste concepción del espectador y del arte, aunque eso presupone pensar que quieren hacer arte…, o quizá más triste, falta de capacidad por parte de los guionistas, realizadores y directores.

miércoles, junio 04, 2008

Inspiración y mecanismos

En este momento ando escribiendo un par de relatos al mismo tiempo. Divido mi capacidad y mi tiempo. Uno de ellos es de esos que apenas ha necesitado de reflexión, de un esquema. Nació, como degusta decir a mí, de las entrañas, enterito; y sólo ha habido que redondear algunas cosas. El otro es de los que necesitan un cierto estudio, el detenerse en los semáforos, en los ratos muertos para diseñar esa estructura que dé forma precisa a la idea que disparó la inspiración.

En el primero juego con una de esas ideas recurrentes en mi exigua obra, la de un terror de origen incierto, un terror que parece no tener forma u origen definido, un terror del que vemos sólo sus efectos, y, a veces, no efectos directos, sino efectos en estados de ánimo o reacciones emocionales de los personajes; un terror en el que la atmósfera juega un papel fundamental a la hora de implicar al lector. Simplificando: llevar al extremo esa vieja ley del suspense y el miedo que dice que es mejor sugerir que mostrar.

Soy de los que opina que uno de los mejores métodos de hacerse con el lector es el de generar en el, a partes iguales incertidumbre y malestar. La incertidumbre dispara la natural curiosidad que le obliga a seguir leyendo, mientras que el malestar lo mantiene en el estado de atención y tensión necesario.

Además, si todo ello no viene acompañado de un cierto nexo emocional con el o los personajes, entonces nuestro trabajo puede no valer de nada. Esencial acercar al personaje al lector, ya no tanto definir su aspecto, su presencia inmediata, como su historia, sus secretos, pensamientos, dudas. Como un viejo amigo me dijo una vez, no desconfíes del poder de las confesiones a media voz.

En el fondo pretendemos focalizar la empatía desde dos puntos: la empatía que surge de la confidencia y la que se genera con el peligro que acecha sobre el protagonista.

Ya les contaré. Espero que este nuevo retoño tenga una vida plena como algunos de sus hermanos, que aparezca publicado en algún lado, y que ustedes tengan la oportunidad de leerlo

martes, junio 03, 2008

Si pudieras verme ahora, de peter Straub

Hay autores de una cierta irregularidad y que, sin embargo, nos mantienen pegados a los avances de sus publicaciones. Uno de esos casos es el de Peter Straub. Ya les he hablado en más de una ocasión de la que es considerada su mejor obra ‘Fantasmas’, y de algún que otro fiasco… sin embargo siempre se mantiene la curiosidad, al esperanza de volver a recuperar la sensación de estar atrapado que acompañó a la lectura de la obra citada

Hoy comentaré una de esas pequeñas joyas, o casi, que aún estando fuera del listado habitual de obras del escritor, merecería la pena que los amantes del terror tuviéramos en cuenta. Una de esas que nos mantienen al pie del cañón, afectos

Me refiero a ‘Si pudieras verme ahora’.

Straub, en muchas de sus novelas, tiene la tendencia de mezclar lo terrorífico con la novela policial; ejemplos de estos son Mister X, La Garganta, Coco… En este caso podemos hablar de una disolución del terror en un ambiento opresivo de novela negra pura y dura; donde el elemento policial es casi anecdótico. En ‘Si pudieras verme ahora’, Straub traslada la acción a uno de esos pueblos norteamericanos de peculiar idiosincrasia, cerrados, ligados a una cierto fanatismo latente, de naturaleza desconfiada. Podríamos decir que tratamos con una obra más del subgénero de fantasmas, del efecto que el pasado tiene en la vida futura; una obra donde el ambiente opresivo que aplasta al protagonista, se traslada al lector con singular eficacia. No es una novela redonda, hay demasiados lugares en los que se tiene la sensación de que el autor divaga sin demasiado sentido, sin un objeto definido. Aunque, cuando retoma el hilo de la narración, nos vuelve a atrapar y a dejar sin aliento.

Lo mejor de la obra es, sin duda, la relación empatía, repulsión que se establece con el protagonista. No nos encontramos con un tipo perfecto, con una víctima neutral e inocente. Es un tipo normal, con demasiados vicios, desagradable a veces, marcado por su pasado. También a destacar el buen retrato de esa América profunda de arraigados valores, ultramontana, emocional y recelosa de lo extraño. Tanto es así que obtenemos un perfecto retrato de ese arquetipo de la conducta, del miedo al extraño, al diferente, y de las reacciones y mecanismos de defensa que suscita cuando lo cotidiano, lo normal, se ven alterados por acontecimientos graves.

En la narración, pasado y presente se entremezclan en algunas ocasiones de forma magistral. En todo momento se nos mantiene en vilo con continuos giros argumentales que nos hacen trasladar el foco de la sospecha de un lado a otro. Lo sobrenatural se solapa con la realidad presente con bastante buena mano, salvo, como ya he dicho, en algunas partes donde se enreda de forma artificiosa y sin más sentido que el de, quizá, exagerar más aún un ambiente de tensión ya logrado.

Lo dicho, no es la mejor novela del autor, pero sí que es una a tener en cuenta, a buscar en las librerías de viejo o en las tiendas virtuales.