jueves, octubre 31, 2013

En la noche de difuntos... un dodo

... nada mejor que anunciar el nacimiento de una ficción terrorífica.

Y es que de la mano de "La hermandad Poe" ha nacido la antología "Anatomías secretas", antología de terror que tiene como hilo conductor el cambio, la mutación, el lado animal que anida en el interior de cada uno de nosotros y que, en unos con más efervescencia que en otros, pugna por abrirse camino a través de la piel del alma.

http://maximilianochimuris.wordpress.com/animal-hair-project/
Participo con un cuentecillo titulado "La mirada del dodo"... un delirante homenaje/serendipia a un viejo compañero de fatigas literarias, "El Poeta", uno de esos personajes que no dejan de repetirse en mi imaginación, en algunas de mis creaciones, obsesivo, irredento, locuaz y cínico. Uno de esos personajes que termina  casi por cobrar vida propia... y al que, por mor de la causalidad, no dejan de sucederle cosas y más cosas determinadas a plasmarse en letras y frases.

Lo de serendipia lo explicaré en otra entrada... pues tiene su miga, una de esas casualidades que abundan en la vida del escritor.

No me olvido de la compañía: abrumadora, de todos esos compañeros que han aportado también su granito de arena al proyecto. Basta leer la lista inferior para prever un buen rato de disfrute literario, del gozo prohibido del terror.

Os dejo la nota de prensa ofical:

La Hermandad Poe es un grupo de escritores y artistas plásticos de todo el país, que colaboran en proyectos comunes para dar otra vuelta de tuerca al cuento tradicional de horror y delirio. Surgió de una lectura dramatizada del poema El Cuervo y de una tertulia posterior en Halloween de 2012. La Hermandad está integrada por creadores diversos: algunos muy conocidos en sus campos artísticos junto otros más noveles pero de calidad demostrada.

Su objetivo es la realización de actos culturales y la colaboración con otras entidades, además de una colección de antologías relacionadas con el género de terror. Cada año aparecerá un volumen centrado un tema común, sin coartar la libertad individual de los creadores ni censurar su enfoque. Serán libros de calidad, con tirada reducida, limitada y muy exclusiva.

La Hermandad trabaja en colaboración con la Agencia y Escuela Literaria Letras Vivas para la gestión de sus actividades, que pueden seguirse en su blog (http://lahermandadpoe.blogspot.com), Facebook (facebook.com/lahermandadpoe) y Twitter (@HermandadPoe). Se puede contactar con ellos, para más información, mediante la dirección: lahermandadpoe@gmail.com 

La primera antología, que verá la luz el 31 de octubre, versará en torno a la figura del licántropo y el concepto de la transformación en el animal que somos, en la bestia interior. Su título: «Anatomías Secretas». En las páginas encontraremos a varios integrantes de La Hermandad Poe como son Manuel Lacarta (escritor y poeta, premio de la Crítica de Madrid 2011), José Elgarresta (escritor y poeta, premio Europa 1993), José Guadalajara (novelista histórico, presidente de Escritores de Rivas), Elena Muñoz (novelista y comunicadora), Alejandro Romera (escritor y narrador oral de cuentos), Emilio Martínez (poeta y psicólogo), Nuria Botey (novelista y profesora universitaria), Ángel Sucasas (novelista de terror y periodista), Javier Quevedo Puchal (novelista y crítico de cine, premio NOCTE 2012), Juan Ángel Laguna Edroso (novelista, editor y presidente de NOCTE), Francisco Illán Vivas (novelista de fantasía y poeta), Miguel Puente (escritor de relatos, premio Domingo Santos 2008), María Concepción Regueiro (novelista y trabajador social), José María Tamparillas (escritor de terror, premio NOCTE), Eloy Alonso (escritor de fantasía y terapeuta familiar), Fernando Cámara (novelista y director de cine, premio García Pavón 2013). Carlos Gregorio Simón Godoy (ilustrador y artista plástico) es el autor de la imagen de cubierta y el emblema de la hermandad. Prologa y coordina la antología Fernando López Guisado (escritor y poeta). 

Publica Editorial Nostrum. 

El primer acto de presentación se celebrará la noche de Halloween, durante el Café Literario de Rivas Covibar, a las 20.00 horas. 

Debido al carácter exclusivo de este libro, ya se pueden realizar reservas del mismo en: escuelaletrasvivas@gmail.com

martes, mayo 07, 2013

Una pareja singular..., de ases.

Saco de Huesos es una pequeña editorial, una editorial mínima a la que le gusta jugar con el riesgo. Y es que los socios que la componen, y que se dejan el tiempo y el dinero en ella, no dudan en declararse fanáticos de eso que ellos llaman "El género Fosco", fanáticos de los creadores que se arriesgan, que juegan en la lindes de lo extraño, creadores que andan intentado asomar la cabeza por encima del horizonte, en busca de lectores que degusten sus delicatessen oscuras.

Fueron ellos quienes confiaron en mí y publicaron mi primera obra en solitario "Carne de mi carne".

También confiaron en un gran creador como es José Ignacio Becerril Polo y su fantástica "El monstruo en mí"

Y de esta confianza floreció el hecho de que sendos relatos de ambas obras fueran nominados en la categoría de Mejor Relato Nacional de los premios Nocte.

  • Casa ocupada, por José Ignacio Becerril Polo
  • La necesidad del dolor, por José Mª Tamparillas

Ahora, Saco de Huesos quiere hacer llegar a los lectores ambas obras unidas en un mismo libro electrónico recopilatorio llamado: "Par de ases" (.mobi, .epub). Un homenaje sencillo.

Es una oportunidad económica (0.89€)  de acercarse a un gran autor como es Nacho (de mí, ya diréis vosotros lo que creáis oportuno), una oportunidad para, quizá, luego, arriesgarse con ambas antologías.

Por cierto, Nacho ha publicado recientemente otra gran antología;
"El hombre imaginado"

martes, abril 30, 2013

Perros perdidos. próximamente en la revista Cthulhu

Ilustración de Juan Aguilera
Magnífica e inquietante ilustración de Juan Aguilera para mi nuevo relato "Perros perdidos" en el número 10 de la Revista Cthulhu que aparecerá en breve.

"Perros perdidos" es la breve plasmación de una idea que me llevaba rondando la cabeza desde hace unos cuantos años; desde que visité las obras en un barrio de nueva construcción en Zaragoza, uno de esos barrios que surgen de la nada en las afueras, en medio de un erial reseco, sin servicios y abandonado. Se me hizo extraño ver surgir de esa nada, de ese aglomerado de cemento, polvo, boquetes, grúas, cimientos, charcos y desorden, las figuras inmóviles de algunos edificios donde ya vivía gente, gente extraña, a solas con una soledad obligada, alejados de la civilización urbanita. Pensé que era el escenario ideal para un relato de terror; el desencadenante: un gran boquete inundado por las recientes lluvias, la mirada sombría de las gentes, la desolación... caldo de cultivo ideal para lo extraño y oscuro.

jueves, marzo 21, 2013

Benjamín

Una de las virtudes de la literatura, es la libertad que, como lectores, le damos para que juegue a engañarnos y confundirnos. Uno de los placeres de la lectura, entre otros,  es el del juego al gato y el ratón que a veces se establece entre el escritor y su lector, entre la trama y nuestra capacidad de predecir.

Podría haber usado el título de "el placer del engaño", pues Federico Axat, el autor de la novela que comento a vuela pluma, es un evidente admirador, entre otras muchas cosas, del giro argumental, de la rotura metafórica de las caderas del lector, del juego de espejos entre la apariencia, la evidencia y la verdad.


"Benjamín" es un juego constante. Una novela cristalizada, quizá, a través de una rotunda admiración por la intriga, la inteligencia del lector, la literatura de entretenimiento tomada como algo muy serio y Stephen King..., y sí, ya ha salido el tópico de "otro deudor, admirador del tipo de Maine", pero en este caso el tópico no es tal tópico y a su lectura me remito. Es fácil encontrar las trazas que definen el poso que King deja en los autores que han crecido con sus libros en la mesilla de noche, muy sencillo: niños con alto grado de protagonismo, cierto localismo costumbrista, exaltación del valor de la amistad, varios hilos narrativos secundarios definidos por sí mismos, uso de una voz interior/exterior contrapuesta al hilo de pensamiento del personaje... Axat apunta una forma propia de escritura que con el tiempo debiera explotar y diferenciarse por completo de su referente.

Celebro haber dado con esta obra (gracias a Fernando Martínez, que movió el cielo y la tierra para que los de Nocte le hincáramos el diente); en cierto modo me ha reconciliado con un género, el del terror en su vertiente best seller, que me tenía muy abandonado últimamente en lo que a "estrenos" de calidad se refería. Quizá no sea una novela redonda. Su último tramo se me hizo  apresurado, más de lo que demandaba su increscendo natural, alguna escena forzada, mínima, irrelevante, que sobraba y quizá unos pocos personajes importantes hubieran requerido una profundización que sí se perfiló en otros, dejando algo cojo el total; Nada que espantara su lectura, nada que me hiciera resoplar y cerrar el libro, todo lo contrario, dejó un excelente sabor de boca y la sensación de haber encontrado un nuevo referente.

"Benjamín" es una novela recomendable, muy recomendable; un punto de inicio que me incita a seguir al autor en su recorrido. Recientemente ha publicado en España su segunda novela: "El aula 19"

domingo, febrero 17, 2013

Noche de insomnio

Uno se ve sometido a ciertos vaivenes creativos en más ocasiones de las que desearía. Es el sino del escritor no profesional, de aquél que tiene que sacar tiempo (y ganas) de donde sea para ponerse a escribir y crear. Tal y como se ha visto, o no visto, hablando literalmente, en este blog, ha sido una de esas largas ocasiones en las que el silencio y la desgana han superado a las magras intenciones y los buenos propósitos. Quizá se deba a la absorción del trabajo, a la mera y simple pereza que, a veces, nos atenaza a todos, a una cierta extenuación, a la falta de ideas... Solo sé que lo intentaba, pero no era capaz; era algo que notaba, sobre todo, cuando trataba de retomar la novela con la que ando a vueltas. Y es que había topado con un risco, con uno de esos muros que aparecen en la narración, en los que la mera tenacidad apenas valía nada, donde solo el destello de la inspiración podía ser el único estimulante. Ahí estaba la escena a medio terminar, deshilachada en mi mente, roca virgen a devastar. Escena dique, escena maldita, plasmación viva de mi sequedad creativa.

O no era la escena, esa escena concreta de esa novela a medio terminar: eran todas las escenas, de todas las historias

Inspiración que se negaba a salir de su madriguera.

La incapacidad, la visión del folio en blanco, generan una frustración que crece por dentro, que consume con lentitud y afán el ánimo, la alegría, que agostan la intención, la disposición y la necesidad. En momentos así, uno se plantea abandonar y dejarlo todo.

Escribe, me decían. ¿Has escrito ya algo? preguntaban los amigos, lectores ocasionales. Y la respuesta era una serie de excusas vagas, lugares comunes, sonrisas amargas y largas, muchas largas. Luego los remordimientos, la disposición, el intento, la negación, la virginidad inmaculada y dolorosa del papel (pantalla)

Y el tiempo pasaba.
Pasaba sin más.

La historia da un pequeño giro, giro necesario.

No soy de los que suelen sufrir insomnio. Lo contrario, el sueño y el agotamiento suelen ser  enemigos omnipresentes a la hora de acostarme, cuando trato de sacar tiempo para leer con tranquilidad. Esa noche ni siquiera hice ademán de coger el libro de la mesilla. El cuerpo estaba agarrotado, los ojos llenos de arena... apagué la luz a la espera de un descanso reparador. Había que madrugar además.

Insomnio. No recordaba lo que era. La tenaza firme sobre tu conciencia, la gelatina que ahoga la necesidad... Notas cada latido de corazón percutiendo como un martillo neumático, cada susurro como un grito impreciso, cada reflejo como un destello cegador... Si no los hay, los buscas ansioso... y el cerebro, maldita máquina que de vez en cuando siente la necesidad de ir por libre, acelerado, inconexo, a lo suyo. Uno no piensa en esos momentos con coherencia, con la necesaria integridad, piensa sin pensar, el cerebro va por libre, solo percibe el sueño, lo ve, lo acaricia... lejos, muy lejos, como en las pesadillas en las que uno trata de correr y el aire se espesa o las piernas flaquean y el avance es irrisorio.

Una vuelta, otra. Un trago de agua..., respira, trata de darle profundidad y ritmo a la respiración. Joder, la mente, ponla en blanco, no pienses en nada, sobre todo deja de pensar, tío, que eso no es pensar, es desbarrar. No te muevas, mantén los ojos cerrados, a ver si así, con ese magro sortilegio espantas la marea confusa en tus neuronas y convocas a Morfeo.

Una hora, otra..., o no ha sido una hora. Porque el tiempo juega a lo suyo: solo ha sido un instante, unos minutos cortos, pero dilatados hasta la desesperación. La relatividad del tiempo es una nueva tortura a añadir a la larga lista de padecimientos del insomne.

Entonces tomas la decisión. ¿No quieres estar despierto? Pues despierta del todo, no malgastes el tiempo, no molestes a la persona que tienes al lado, roncando suavemente, plena, feliz, con esa expresión de satisfacción que quieres para ti.

Mi galga me vio acercarme. Estaba enroscada sobre si misma en el sofá. Sus ojillos me interrogaban, ella curiosa y confusa, más confusa todavía cuando me tumbé a su lado, a la vera de su calor animal, tan grato en ea noche fría. Quizá así, al ritmo de su respiración, pudiera espantar la vigilia. Y de nuevo el tiempo con su elasticidad absurda, de nuevo una media hora que solo resultó ser un puñado de minutos en penumbra e incomodidad. De nuevo las ideas en un torbellino, físicas, palpables, tan sólidas como las aspas de una batidora. Tara, así se llama la galga, incómoda por mi abrazo, por mis continuos cambios de postura, me dio un par de lametones en la cara y se apartó: venga ya, tío, te quiero mucho, pero te estás pasando, déjame en paz. La acaricié y le pregunté si ella sabía cómo lograr espantar el revuelo de mi mente que ha aparecido de la nada. No fue capaz de responderme..., su silencio canino fue el punto de inflexión. Fue entonces cuando decidí hacer caso del tornado interior, de centrarme en el, de observarlo y estudiarlo.

Es la escena. la maldita escena. Mi cerebro la reconstruye, la anima, la atenaza y la ordena.

Ahí está. Sin más, sin ir a buscarlo, inconsciente y sobrenatural.

Enciendo el ordenador, me hago una pipa de agua a toda prisa. Busco una emisora en internet con música clásica, no sé por qué, pero necesito música clasica de fondo. Me decido sin pensarlo mucho por los Románticos y, tras cerrar la puerta de dormitorio y encender la luz del salón, me siento en la silla, aterido, sin hacer caso al helor, incrédulo y quizá sin esperanzas.

Abro el archivo, voy al final: al punto y seguido, a la coma, a la frase..., no sé, no lo recuerdo. Cojo aire. Y sin más dilación todo brota, el atasco se volatiliza, los diálogos fluyen, los personajes se cuajan con coherencia. Y es entonces cuando el tiempo coge su devenir normal, cuando la interpretación subjetiva de su discurrir desaparece. Son dos horas, dos horas de verdad, de palábras,de párrafos, de borrar y crear de nuevo; la pipa se ha consumido sin casi haberla catado, y de la nada., de una supuesta nada, nacen unas dos mil quinientas palabras que finalizan el capítulo e inician el siguiente, que conjuran el insomnio y que me parece que me han dado a dar alas, inspiración y energía, una energía reposada, domeñada.

Respiro satisfecho. Estiro mi espalda dolorida. Me levanto, le doy un beso en el cogote a Tara, la acaricio y ella como hacen todos esos viejos amigos nuestros, que saben cuando acertar, se yergue, me da la pata y me lava la cara a lametones durante un rato. Luego se tumba, suspira, da un par de vueltas, se vuelve a enroscar (como un bicho de veinte kilos, de patas kilométricas, es capaz de reducirse a la insignificancia, a un volumen compacto y diminuto con tan poco es fuerzo) y se hace una pelota cálida hundida en la comodidad del sofá.

Apago el ordenador. Sonrío satisfecho. Mi mente está limpia como un atardecer al lado del océano.

Duermo