Conocí a José Miguel en Huesca hace unos años, en un Liter Imaginarius, uno entre otros; me dijeron: mira, ese chico escribe que te cagas. Tienes que leer algo suyo. Luego, como con muchos otros, las nieblas de un confuso olvido. Escuché hablar de él más veces, sus novelas fantásticas, sus libros de relatos...
Pasó el tiempo y ese toque de atención me hizo atender un poco más al relato "El laberinto de la araña", su aportación al especial arañas de Calabazas en el Trastero. Una atención extra que no hacía falta porque el relato de por sí ya era excelente (Ha ganado el premio Nocte del 2010).
Y ahora he terminado de leer su antología "Cuentos inhumanos", orlada con el toque entre desasosegante y hermoso de las ilustraciones de Verónica Leonetti.
Y una vez más la misma sensación que tuve al terminar "El laberinto de la araña". Cerré el libro, suspiré y me dije. Cojonudo, tío... o algo así.
Vilar Bou logra hacer aparecer al mundo como un marco donde lo siniestro se cuela con pasos de bailarina, sutiles e inocentes, pero elásticos y firmes en el fondo. Hay cierta poesía oscura latiendo en el germen de cada historia, un sutil toque de negrura, de peligro, de riesgo que roza al lector, lo sacude suavemente y lo turba. El mundo imaginario de Vilar Bou seduce con la atracción sutil del abismo; no está hecho para paladares poco exigentes, necesita de un aporte extra de apego a la filigrana que el lector de best sellers quizá no ha podido desarrollar.
No se lo pierdan. Yo ya he tardado ¿demasiado? No, nunca es tarde para lo bueno.