En los tiempos que corren el terror, lo mismo que muchos géneros llamados ‘populares’, ha pasado a poseer como fundamental medio de expresión al cine. Cada medio tiene sus técnicas, sus modos de operar, influenciar y mostrar, su narrativa simplificando. Aunque las bases son las mismas, aquello que nos produce miedo, inquietud, angustia, horror, asco y terror es general, la manera de usar y abordar, puede diferir en su expresión.
De un tiempo a esta parte uno se cansa de ver, cómo en el cine, parece bastar una buena idea y un montón de especialistas en efectos especiales para considerar que se tiene una buena baza de juego; cómo el peso recae en efectismos, en sutilezas tecnológicas y de diseño. (Mención aparte las producciones alimenticias, véase remakes, precuelas y secuelas que ni voy a considerar). Por eso, cuando llaga a mis manos —ojos— una de esas películas cuyo poder de fascinación recae en el guión, en el enfoque, en la simplicidad… y funciona, funciona bien y dignamente, entonces me alegro y me reconcilio y me siguen madurando las ganas de ver más y arriesgarme.
Algo así ha sucedió con ‘Escalofríos’ (Wind Chill) Dirigida por Greg Jacobs e interpretada por Emily Blunt y Ned Bellamy.
Se trata de una simple historia de fantasmas, de venganza y de lugares malditos. Una historia manida, un argumento visitado y revisitado, y que sin embargo, si se sabe manejar, si se innova en la forma de narrar, en la calidad del guión, en la atmósfera, si se retorna a lo sencillo, sin grandes alharacas tecnológicas, entonces, repercute como un martillazo en el espectador.
He repetido la palabra sencillez, y no me cansaré de hacerlo. Me gusta la sencillez en el terror, es un buen camino que hace que sea más simple penetrar en la historia: uno se compara con los protagonistas, rebusca en la memoria los paisajes conocidos que se extrapolan a los mostrados, siente que es más fácil generar empatía, y sobre todo, más fácil dejarse llevar por la suspensión de la incredulidad. En el fondo es seguir ciertas vieja reglas bien descritas por aquellos maestros de la ‘Ghost Story’ y que ya me habrán leído repetidas veces: personajes con los que podamos sentirnos cercanos, escenas cotidianas...etc.
Cuando se elige la vertiente fantástica del terror hay que tener cuidado para no obtener una simple obra de fantasía. Es el terror lo que debe primar, y todo buen autor de tal género debe saber esconder, disimular, minimizar los fastos que cargan en la balanza el peso de lo fantástico en cuanto me refiero a fantástico a la forma de mostrar los acontecimientos, no a los acontecimientos en sí.
Es una buena recomendación, sí, merece la pena perder el tiempo con esta película que ni siquiera se estrenó en los cines y fue a parar a los anaqueles y almacenes de la distribución directa en DVD.
¿Por qué? Por que es lenta, porque no se adapta a las convenciones manoseadas del género, no hay sangre, no hay casi sustos fáciles, escenas visuales aterradoras a cámara ultrarrápida, no hay efectismo hueco…