Parece que voy tomando el ritmo de nuevo, tanto en mi vida literario cultural, como en esto de llevar al día el blog.
Al grano.
Ayer puede hincarle el diente a la película Las ruinas, del director Carter Smith, basada en la novela homónima de Scott Smith. Quizá sea una señal del destino que ambos autores coincidan en su apellido, un apellido anodino, común, sin personalidad... y no es que la película sea mala, no se deje ver, aburra. No. Es un producto discreto que se deja ver y entretiene, con una buena base que probablemente no se ha sabido explotar como debiera.
Tenemos un argumento prometedor aunque cerrado: unos jóvenes turistas norteamericanos deciden pasar sus últimos días de vacaciones en México visitando unas antiguas ruinas mayas, desconocidas, y que guardan un secreto letal. Por ello quedan atrapados, sin salida aparente.
El director y guionista juegan con nuestra empatía frente a la situación de angustia de los personajes. Primero, al verse atrapados sin saber porque, luego al descubrir el origen del mal que les acecha, tercero, ante las medidas drásticas de supervivencia que deben tomar. Sin embargo esta empatía apenas surge. Los personajes son planos, indefinidos; el director y los actores no nos ofrecen figuras accesibles y humanas, ni siquiera arquetipos o estereotipos bien perfilados. (Quizá sea el peor error, junto al decepcionante, abierto y manido final, o algunos errores de concepto como las flores cantarinas, más ridículas e incomprensdibles que escalofriantes) No hay forma de identificarse o de crear una cierta afinidad emocional con ninguno de ellos.
La verdad es que el filme no tiene grandes pretensiones, se limita a contar una historia limpia. Las únicas 'trampas' que nos encontramos son debidas a la flojedad de las interpretaciones y la ya mencionada blancura de los personajes. Dado que su angustia no se transmite, entonces, el director recurre al viejo triángulo: Primero inténtalo con el terror; si no puedes desciende e inténtalo con el horror o la angustia; si aún así es imposible, concéntrate en el asco, en generar desagrado y miedo físico. Una bajada de difícil a fácil, en la que en este caso bajamos hasta el último peldaño.
No todo es mediocre. Encontramos escenas de tensión bien desarrollada, donde la incertidumbre nos logra atrapar e inquietar, el tono y la ambientación son excelentes, lo que hace que podamos dejar un par de horas viendo el filme.
Nos encontramos ante una enésima obra dedicada a hurgar en nuestro miedo a lo desconocido, no en el sentido sobrenatural del término. Hablamos del miedo a esos elementos d ela naturaleza, que ya sea por mutaciones, aberraciones o desconocimiento, son extraños y peligrosos compañeros de cama. En ese sentido, tanto el escritor como el director se han arriesgado. Han dicho, exploremos este terreno trillado y veamos si podemos sacar algo original, al menos en la forma de contarlo, si es que no podemos darle un giro novedoso.
En cierto modo lo consiguen a medias... no les desvelaré más de la película. Simplemente, si tienen ganas y tiempo, adelante.