De un tiempo a esta parte, cada vez que me acerco a una obra contemporánea de género terrorífico, sufro una decepción continuada.
Esta vez ha sucedido con ‘Noche de difuntos’ de Stuart O’Nan, editada por la factoría de Ideas en su colección Eclipse.
O’Nan será un autor de culto en Estados Unidos, pero con esta supuesta obra de terror lo único que ha conseguido es aburrirme soberanamente. Entiendo que, dado que se trata de un autor de género, La factoría lo haya colado en esta colección aunque la novela, a pesar de que aparezca un grupo espíritus que más parecen fisgones inofensivos que otra cosa, no posee ningún rasgo representativo de dicho género.
O’Nan nos habla del dolor, de la pérdida, de la reflexión ante la crueldad del destino. Y ni siquiera lo hace con frescura. La narración se hace repetitiva, tediosa, un querer comenzar de casi doscientas páginas que acaba con la paciencia de cualquier lector, y que la remata con un final torpe, predecible en un grado de risa. Personajes planos, tópicos, sin relieve…
Una vez más me echo las manos a la cabeza. Pienso en cuántas obras de autores patrios se apolillan en el fondo de los cajones, en ajadas carpetas virtuales; obras de mayor calado creativo, desdeñadas por un mundo editorial anquilosado en posiciones comerciales de dudoso éxito, donde, como siempre, lo que viene de fuera es siempre mejor que la producción propia.
Aunque lo peor que sucede en estos casos es el poso de desconfianza que se crea en el lector comprador, siempre atento a las novedades, ansioso por hincarle el diente a la sangre nueva. Que ve como compra tras compra termina intentando olvidar el día que pìso esa librería y se dejó seducir por un nuevo globo de aire caliente.
Desconfianza fundada en demasiados fiascos.