Dentro del amplio ámbito del terror nos encontramos con una subespecie que casi todos los autores han explorado, la de “la casa”, los ejemplos son apabullantes: La Caída de la Casa Usher de Poe, Malpertuis de Jean Ray, La Casa Infernal de Matheson, La Guarida de Shirley Jackson, Salem’s Lot de Sthephen King… infinidad de buenos relatos, y muchos más que me olvido, seguro.
Pero hay una, ya no antecedente, sino referente, un referente sustancial de la literatura de terror que sobresale de las demás como un hito, como un poderoso foco: La Casa en el Límite de W. Hope Hodgson (en algunas ediciones la casa en el confín de la tierra).
Hace ya tiempo, en unas vacaciones atribuladas, le hinqué el diente de forma algo desordenada y sin la suficiente atención, ahora, después de unos años, he vuelto a encararme con ella y, lo reconozco, he disfrutado bastante.
En esta obra se aglutinan muchos tópicos, a veces demasiados, lo que hace que su lectura, llegado un momento resulte algo pesada, pero sin perder nunca su encanto. Desde la casa como portal dimensional, la casa como foco de maldad, la casa como puerta al mundo de los muertos, la casa como ente cuasi orgánico, dotado de una personalidad propia y siniestra. Y también podemos hallar cientos de matices. El autor nos daoportunidad de ir más allá de la propia casa como protagonista. La obra juguetea con el terror más puro en forma de sanguinarios monstruos de pesadilla, y de una forma más sutil y atractiva, con la interdimensionalidad del universo, con el desgarro de la pared que separa un cosmos de otro en el tiempo y en el espacio.
Aunque quizá sea la parte más pesada del libro, los capítulos en los que el protagonista es el centro de un viaje en el tiempo y en el espacio hasta el fin del universo conocido, son unos de los mejores referentes de una ciencia ficción esencial y mística, de una ciencia ficción en la que la fantasía se segrega por todos los poros, ofreciendo una visión oscura y desgarrada del devenir inmensurable de lo conocido.
Hope Hodgson no puede desembarazarse, lo mismo que Machen, de su origen galés, de la panoplia de referentes cuentos y leyendas que ha mamado desde niño, de la esencia arcaica y oculta que segrega su tierra. Aunque sus obras más conocidas son las relacionadas con la temática marina y el terror, es en ésta, donde mejor se resuelve el porqué de ese interés obsesivo por el lado oscuro de lo fantástico, por aquello que está oculto y nos acecha en los umbrales.
Merece la pena leer este libro, es obligado para quien quiera profundizar en la historia germinal del terror moderno, pues en él se prefigura con claridad ese concepto fundamental que, más tarde, Lovecraft y otros autores contemporáneos llevarán adelante con todas su consecuencias: el Horror Cósmico, o cómo otros llaman: el cuento de terror materialista.
Sí, La casa en el Límite se puede definir como una gran prefiguradora, como una obra en la que flotan, apenas esbozados, un buen número de temas que más tarde se desarrollarán en toda su intensidad.
Lean, lean… y tengan cuidado de quedarse dormidos entonces. Quizá no les guste dónde despierten.
Cita en elmundolibro.com
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En literarea fantástica