jueves, marzo 21, 2013

Benjamín

Una de las virtudes de la literatura, es la libertad que, como lectores, le damos para que juegue a engañarnos y confundirnos. Uno de los placeres de la lectura, entre otros,  es el del juego al gato y el ratón que a veces se establece entre el escritor y su lector, entre la trama y nuestra capacidad de predecir.

Podría haber usado el título de "el placer del engaño", pues Federico Axat, el autor de la novela que comento a vuela pluma, es un evidente admirador, entre otras muchas cosas, del giro argumental, de la rotura metafórica de las caderas del lector, del juego de espejos entre la apariencia, la evidencia y la verdad.


"Benjamín" es un juego constante. Una novela cristalizada, quizá, a través de una rotunda admiración por la intriga, la inteligencia del lector, la literatura de entretenimiento tomada como algo muy serio y Stephen King..., y sí, ya ha salido el tópico de "otro deudor, admirador del tipo de Maine", pero en este caso el tópico no es tal tópico y a su lectura me remito. Es fácil encontrar las trazas que definen el poso que King deja en los autores que han crecido con sus libros en la mesilla de noche, muy sencillo: niños con alto grado de protagonismo, cierto localismo costumbrista, exaltación del valor de la amistad, varios hilos narrativos secundarios definidos por sí mismos, uso de una voz interior/exterior contrapuesta al hilo de pensamiento del personaje... Axat apunta una forma propia de escritura que con el tiempo debiera explotar y diferenciarse por completo de su referente.

Celebro haber dado con esta obra (gracias a Fernando Martínez, que movió el cielo y la tierra para que los de Nocte le hincáramos el diente); en cierto modo me ha reconciliado con un género, el del terror en su vertiente best seller, que me tenía muy abandonado últimamente en lo que a "estrenos" de calidad se refería. Quizá no sea una novela redonda. Su último tramo se me hizo  apresurado, más de lo que demandaba su increscendo natural, alguna escena forzada, mínima, irrelevante, que sobraba y quizá unos pocos personajes importantes hubieran requerido una profundización que sí se perfiló en otros, dejando algo cojo el total; Nada que espantara su lectura, nada que me hiciera resoplar y cerrar el libro, todo lo contrario, dejó un excelente sabor de boca y la sensación de haber encontrado un nuevo referente.

"Benjamín" es una novela recomendable, muy recomendable; un punto de inicio que me incita a seguir al autor en su recorrido. Recientemente ha publicado en España su segunda novela: "El aula 19"