Continúo con la misma cantinela o lamentación. Quejarse es muy español, tan español como hacerlo sin ofrecer soluciones, tan patrio como hacerlo buscando una teta a la que agarrarse y prostituirse...
Ismael, compañero en Nocte, lo deja claro en el comentario al hilo de la entrada anterior a esta.
Busquemos donde busquemos, no encontramos una obra maestra del terror -actual- ni aunque escarbemos con denuedo o nos esforcemos en bajar algo, sólo un poco, el nivel. Ya no hablo de modernización del género, de búsqueda de nuevas formas narrativas, me centro en lo esencial: en ese sentimiento de ahogo, de sana envidia, de fascinación, de temblor que una buena obra nos produce. No un mero apalancamiento en el tópico ¡qué original! ¡Qué buena idea!
Uno intenta racionalizar la búsqueda de razones, y se encuentra varias... unas mejores que otras.
¿Nos hemos vendido a la comercialidad? No sé, para ello el género debería ser comercial. Este elemento influye más en las obras que las editoriales traen de otras latitudes. Aunque es de sobra evidente que argumentos, subgéneros y formas narrativas se pliegan a estructuras muy específicas, a tendencias más estéticas, tirando el concepto de estético por el de moda más que por el de belleza, claro está.
El género de terror es un género que se autofagocita en una espiral recurrente; recurre a sí mismo, no sale de su madriguera del fandom, del pasado, de los maestros que han creado afición y adicción, de los homenajes que sólo nos sumergen en una camino de endogamia. Reconozco que es un lastre difícil de dejar de lado. Los lectores de terror, por infortunio, parecen ser adictos a una sola droga; todo lo que se salga de su dosis deseada es desterrado. Sé que es una generalización, y que como tal pude ser errónea o como poco desafortunada, pero cada vez que entro en foros, releo revistas y antologías y las reacciones que concitan, termino por doblegarme a ella, entristecido.
Ismael tiene razón. la actual generación de escritores de terror debemos desprendernos de viejos lastres [me incluyo en la lista negra, uno como creador también peca y se somete a ciertas tendencias, pues la inercia es muy fuerte].
Los creadores de terror actuales debemos salir de nuestra guarida cómoda y adocenada; necesitamos desprendernos del tufillo de autosatisfacción que cercena la necesaria capacidad crítica. Hay que leer, mamar, disfrutar y aprender de todo tipo de literatura. Estudiarla, analizarla, ver qué hace que haya obras espléndidas más allá de su mero argumento o inclusión en una inmunda lista de "géneros", reciclarla, digerirla y asumirla en nuestra labor de creación.
Repito, nos quejamos [y no sin razón] que el género de terror está metido en un agujero que pocas editoriales y lectores osan hollar. Decimos que somos unos incomprendidos, no sin buena parte de razón, pero poco se puede hacer si intentamos quitarnos esas cadenas ajenas a nosotros sin ofrecer un producto de calidad literaria.