Uno de los puntos fundamentales de mi presencia fugaz en la Hispacón de este año, fue la participación en la mesa redonda ‘las tres caras del terror: el monstruo, el asesino y la víctima’.
La discusión, aparte de otros muchos ramales, terminó con una pregunta muy interesante: ¿De alguna forma, es posible revitalizar el fenómeno del monstruo en el terror actual?
Una de las ideas que aparecieron, fue la de que el monstruo, como lo pensamos, como lo enmarcamos, según el molde de nuestras lecturas y visionados de películas, se ha marchitado. Un vampiro, un hombre lobo, un Frankenstein… están, en cierto modo, demasiado quemados. Revisitarlos viene a ser más bien una reelaboración en la que lo que variamos es más el entorno y ciertas condiciones de contexto, en las que, hacemos un doble tirabuzón con carpa y marcha atrás… que a la postre viene a ser un simple salto sobre lo mismo con un lavado de cara.
Sombrío futuro se le presentaba al monstruo, sobre todo, tal y como dijimos, teniendo que luchar contra la figura protagonista del terror en los últimos tiempos: el asesino, asesino en cualquiera de sus múltiples variedades, asesino como, quizá, personificación de el desquiciamiento moral de la sociedad, de la irrupción de lo aleatorio como referente del terror (aleatorio como paralelo de lo que vivimos, cualquiera, en los tiempos que corren, puede ser víctima, sin más, sin explicación racional).
Sombrío digo.
Y sin quererlo, mis últimas lecturas, creaciones, películas, vienen a demostrarme que, en cierto modo, estábamos equivocados. Al monstruo le queda mucha vida además de la del pobre y manido Zombi.
Lectura: el libro de Emilio Bueso, Noche cerrada, donde se revisita la figura del fantasma sin que este personaje nos suene acartonado, falso y acabado. También la revisión de The Ring, el libro, que, lo mismo que dijimos en la mesa redonda, me confirma que a veces el terror, el miedo, se apagan por una simple cuestión social de costumbre; y que un giro, un sesgo en la presentación, una imagen plasmada con los ojos de otra cultura, aunque de fondo posea la misma esencia —un fantasma made in japan— puede asustarnos mucho más que su homónimo occidental sólo por al diferente forma de verlo que ellos, dicha cultura, posee y nos transmite.
Película: y es el origen de esta entrada:
Los Abandonados, de Nacho Cerdá, donde la presencia de un monstruo muy olvidado en la creación contemporánea, muy usado en la época romántica, devuelve a una simple historia de aparecidos, de casas encantadas, una fuerza y una capacidad de asustar como hacía mucho que no veía: el doble.
ES de agradecer que de vez en cuando se nos recuerde algún elemento a medio olbçvidar de nuestro acervo mítico
Gran film. Sobrecogedora en su simplicidad, aterradora aún cuando (supongo que el director lo pone ahí a conciencia, a drede) sea en algunos momentos previsible, y creo que su fuerza reside a veces en esa previsibilidad, sugerente técnica para crear la ansiedad necesaria proemio al miedo, al escalofrío.
Escritura: el próximo relato que aparecerá en una revista (ya les diré algo concreto en su momento) escrito por mí… una revisión que hacía años que deseaba hacer sobre el mito del ‘coco’.
No, el monstruo no está muerto, está esperando que encontremos su paradigma moderno… ¿el zombi? Podrían decir algunos. No creo, apenas posee ya fuerza,y la poca que le resta viene dada por los efectos que le rodean, por el rizo en el argumento, no por el ser en sí.
Conclusión… el monstruo no ha muerto. Siempre formará parte de nuestra herencia psicológica e inconsciente. Siempre será un mecanismo para dar miedo, para crear angustia, como símbolo de lo diferente, de la maldad subyacente, del mal inconsciente… de la fealdad moral trasplantada a lo físico. El monstruo revivirá en otras formas.
Recomendación: Los abandonados, de Nacho Cerdá…. Demostración de que el cine de terror patrio está muy vivo.
Agradecimiento… a David Jasso por machacarme la cabeza para ir a Sevilla, por su ofrecimiento de participación en la mesa redonda, por soportarme…