Ayer fue, en casi todos los sentidos, un día normal. Todo hasta que entre en la Fnac, fui a echar un vistazo a las obras de terror en bolsillo y descubrí que ya habían colocado un ejemplar de Paura 3.
Es difícil de describir la sensación que le recorre a uno el cuerpo, desde el útimo extremo del último pelo, hasta el dedo meñique del pie, cuando ve algo que ha creado, por fin aparece plasmado en papel, al alcance de cualquiera. Escalofrío, vacío, éxtasis... el papel sigue teniendo todavía esa especial aura para un escritor (sí, llámenme anticuado, lo soy en ese sentido).
Allí mismo me leí de cabo a rabo susurros. Y me siguió pareciendo bueno. No importa que lo pariese de un tirón, casi como un juego divertido, sin apenas expectativas. Lo leí y me dejé enganchar por él como si la obra de un autor desconocido se tratara.
Por fin. Ahora sólo hay que seguir adelante. O sea, lo más difícil.