miércoles, abril 06, 2011

"Y pese a todo," de Juan de Dios Garduño

No soy muy aficionado a los zombis. No. Me cuesta, quizá sea una prevención irracional. Lo sé. Eso es lo que me ocurrió con la novela de Juande. La tenía en mente, su fantástico éxito, su concreción como un icono de la literatura fantástica española, pese a quien le pese, un hecho innegable, subrayado por su futura versión cinematográfica.... pero no me atrevía. Hasta que gracias a la encendida insistencia de Fernado Martínez, nuestro querido Fer, me puse a ello.

Puedo decir que me lo leí en un día, que en términos generales me lo pasé bien, en algunos momentos muy bien, aunque no terminó de cuajarme.

Desarrollemos esto un poco: (Hay spoilers, aviso)

La primera mitad del libro es espléndida en su sencillez y buen hacer. No flojea apenas, mantiene la tensión narrativa y plasma a los personajes con gran profesionalidad, trazo fino, aunque no aburrido, con buena mano —la simpleza a veces es una buena herramienta si se usa bien, y aquí está muy bien llevada—; Juande tiene un buen manejo del entorno preciso a la par de no demasiado absorbente. La trama es apasionante, fresca dentro de lo manido que el tema puede ser a primera vista. Lo cual se agradece. La relación de ambos personajes y de ellos con los secundarios, llevada con los flashbacks está bien llevada y no chirría como a veces sucede en otros casos. Es realista y hace que nos sintamos, en cierta manera implicados en la narración, cercanos a los personajes, a sus problemas, a sus emociones.


Segunda parte... a partir del capítulo en que se produce el reencuentro en la amistad... para olvidar. Hay un punzante cambio de registro, de modo de abordar los personajes. Demasiada moralina emocional en algunas ocasiones, tanto que llega a ser sentimentaloide, es como si el autor temiera llevar el mismo tono de antes, como si, inseguro, no se atreviera a cargar esa emocionalidad en los diálogos o en las acciones y tuviera que hacerlo evidente y pastoso. No es que no deba haber emocionalidad, pero la forma en al que aparece, rompe tanto el ritmo como el tono muy bruscamente; da la sensación de haber tirado por el camino fácil, apresurado.

Sobran, a mi entender, un montón de diálogos/monólogos, sobre todo aquellos en los que ambos personajes se ponen a describir la situación política e histórica... son cargantes, fuera de lugar, muy largos (creo que le editor acá debiera haberle cortado las alas, no hablan los personajes, se nota que habla el propio Juande).

En ese segunda parte hasta cambia en muchos sitios el lenguaje, de sencillo, pero preciso y potente, pasa a ser tramposo en algunos casos, débil y poco trabajado en otros., cosas de la prisa, supongo... algo a lo que yo mimso, como autor, a veces también me enfrento La aparición de la mujer en el tramo final es como un grano en la piel, no porque sobre... es un buen prólogo al hecho de que al final aparezcan los supervivientes, sino porque le falta enjundia, es demasiado superficial y apresurada, es un secundario que me hace quedarme con una mueca de extrañeza. Una cosa es apretar el acelerador de los acontecimientos para contagiar el frenesí al lector, y otra muy distinta, apresurarse, no sacarle todo el partido a la situación que él mismo ha generado, y creo que no se lo ha sacado… el libro pedía un final más extenso, no cargarlo todo en el simple enfrentamiento, sino en una cierta dosis extra de drama personal.

No me importa que haya situado la acción en Maine, no me choca, no parece que haya trasladado la forma de actuar, hablar y comportarse de una ciudad española, sino que se ha molestado en darle el tono y la ambientación requeridos.

Quizá le hubiera concedido un poco más de protagonismo a la niña. De la misma forma que se detiene en cómo afecta todo a los dos hombres, sus miedos, sensaciones, alegrías, esperanzas rotas, quizá debiera haber hecho algo similar con la niña: un punto de vista desde la inocencia y el desconocimiento como contrapunto de la pesadumbre y desesperanza que impregna a los dos hombres.

Tampoco me molestan los monstruos. Son el contrapunto dramático necesario, sin el cual la historia no pararía de divagar, es lo que hace que el final se desencadene y los personajes actúan. Aunque los voladores quizá si sobraran.

Creo que si Juan sabe llevar lo que escribe como en al primera parte, sus obras ganarán en fuerza y profundidad. Esa primera parte me hizo pensar en esas novelas profesionales, trabajadas dentro de su aparente sencillez, de esas que no quieren engañar a nadie, que cuentan una historia, una buena historia y lo hacen de una forma natural.

Estaremos atentos s su siguiente obra: "Apuntes macabros"