Es obligación de todo buen autor el ser capaz de darle la vuelta a lo común para convertirlo, como un todo, o al menos en parte, en algo original. John Ajvide Lindqvist lo intentó y lo logró con el vampirismo en su novela "Déjame entrar", y ha vuelto a intentarlo con su nueva novela publicada en España, "Descansa en paz", abordando el ya demasiado manido tema de los zombis.
Se trata de una historia coral, donde el elemento terrorífico no viene dado por las intenciones de los redivivos, sino por las reacciones, interpretaciones y dudas de los vivos que ven como sus seres queridos se han levantado de la tumba, de las morgues, e intentan volver junto a ellos. En un juego a tres y cuatro bandas nos introducimos en las vidas de los que no saben bien cómo actuar frente a la nueva situación. No nos equivocamos si decimos que es una novela donde lo moral tiene buena parte del protagonismo. Donde el elemento fantástico, y eso es algo a valorar, se queda en un segundo y hasta tercer plano.
No hay efectismo, no se juega con los tópicos en los que tan fácilmente se puede caer cuando se trata con un tema tan manido.
Es una novela que no penetra de la misma forma que su anterior "Déjame entrar". En lugar de golpearnos, de estremecernos con una descarga eléctrica, "Descansa en paz" va acumulándose como un poso de metal pesado en nuestros tejidos, lentamente, hasta alcanzar una masa crítica que nos estremece.
Quizá su único defecto sea un final demasiado "sobrenatural", apartándose de la línea trazada hasta entonces.
Como conclusión: después de la indigestión a la que nos están sometiendo con la sobrealimentación zombi de segunda clase, es bueno desengrasar el aparato digestivo con buena literatura.