Todos tenemos debilidades, unas confesables, otras que se pueden susurrar en la intimidad, otras que mejor dejarlas en su lugar del espíritu. De las confesables, les puede decir que una de las mías es cualquier ficción, documento, ensayo o estudio que tenga que ver con los exorcismos.
Quizá tenga que ver con al secreta fascinación que tiene para mí la acción de ese ente poco definido, quizá indefinible, llamado mal. Cualquiera de ustedes que haya leído alguno de mis relatos en el género del terror, verá que ese elemento es el eje, la presencia germinal: el mal como elemento presente en nuestra vida, algo sustancial, omnipresente y funesto. Y ya no solo el mal como una acción, una mera pulsión o elección humana, el mal más como elemento ajeno a lo humano, sobrenatural si se quiere llamar de esa forma.
La verdad es que mi forma de pensar me hace muy refractario, a nivel racional, a admitir la realidad de ese mal sobrenatural en cualquiera de sus variedades; pero como creador y observador de comportamiento, las creencias y cultura humanas, éste se me hace atractivo. Es apasionante como se ha lidiado y se lidia con el concepto en la historia pasada y presente, apasionante ver la capacidad perturbadora que posee.
¿Y por qué les digo todo esto? Porque ya hacía mucho tiempo que no disfrutaba de un acercamiento tan atractivo al tema de la posesión como el que se hace en la miniserie de la BBC “Apparitions”
La virtud de la serie es la de abordar el tema sin recurrir al efecto fácil, a la espectacularidad, atendiendo a la trama y a la humanidad de los personajes, no en vano el problema de la posesión demoníaca es ese, la humanidad del individuo sometida a un ente externo que persigue su corrupción y la del resto de los seres humanos. Su virtud es la plausibilidad, la mínima suspensión de la realidad que se requiere para disfrutar de ella. La palabra clave sería elegancia; no hace falta recurrir a aterradoras escenas, a un espectro fascinante a una trama de espectáculo de variedades, de efectos especiales para inquietar, para hacernos pensar.
El trabajo de los intérpretes es impecable. Una lástima, o no, que solo se halle en versión original con subtítulos.