‘Stripers’ zombificadas, vaginas adolescentes dentadas, vampiros suecos colgados, ovejas asesinas, orfanatos tópicos, monstruos gigantes, remakes adocenados y secuelas mediocres…
Esto va de mal en peor, me refiero al cine de terror, claro, a qué otra cosa iba a ser.
Y cuando uno pensaba que en lontananza se divisaba una vela, un buen augurio, al final negras nubes de tormenta y vientos huracanados la alejan hasta hacerla desaparecer.
Hablo de Rec, de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Una de esas películas que despertaban el germen de la esperanza, ya no sólo por la agresiva campaña publicitaria que la precedía, como por la solvencia y buen hacer de sus creadores en sus trabajos anteriores.
Muchos me dirán ahora, José María, no sabes valorar la novedad, no sabes ver el trabajo imaginativo que hay detrás, el riesgo… y yo les respondería que valorar tales atributos en solitario no es un trabajo acertado; la innovación o la experimentación formal no son tales si no están acompañadas de un fondo argumental de calidad. Y ahí reside el problema de Rec.
Innovar en el género, desde mi humilde punto de vista, no reside en un mero giro formal. La imaginación debe moverse en dos vías: argumento y forma, si no creamos una suerte de hemiplejia severa… una enfermedad que, en el arte, cuando se anquilosa muta en el un mal entendido academicismo formal. Y si no se lo creen, les invito a que se muevan por los círculos culturales literarios, tanto académicos, como de vanguardia, donde sufrimos continuamente las agresiones de una comprensión sesgada de lo que es ‘buen’ arte, en este caso, ‘buena’ literatura: experimental, formalista, no de género; frente a esa otra creación cochambrosa, sin patina de intelectualidad, como dicen ellos.
Aquellos que nos movemos en el universo de la creación de material de terror no debemos dejarnos impresionar por tracas, donde el ruido y el humo son los protagonistas; redibujar el género exige un trabajo duro que va más allá del exterior.
Sí, Rec me aburrió mucho, ni siquiera encontréesos momentos de susto, que no de miedo o inquietud, que se nos vendía en los trailers. En más de un momento se me dibujó una sonrisa de circunstancias, un, ¿esto es todo? ¿Sólo pueden ofrecerme esto? Y esto de sostener la tensión únicamente sobre la espalda de la forma de narración, de los efectos visuales y los movimientos de cámara... se queda corto, muy corto; no podemos hacer de algo secundario, de algho que sólo rubrica y no firma, un eje fundamental.
Quizá sea al final del film, en ese intento por poner un colofón explicativo, una especie de apaño de circunstancias, donde se entreviera una poca luz, un sesgo de imaginación aplicada al argumento.
Tengo miedo, mucho miedo… estoy haciendo tiempo para echarle el diente e Cloverfield (Monstrusoso en estos lares) que también se sostiene sobre la misma premisa de cambio formal.
Ya les contaré.