Ya saben que no me gusta demasiado la manía esa de la categorización, es como si asignándole un nombre, un supuesto orden a algo, nos apoderáramos de ello o lo dominásemos de alguna forma. Sin embargo a veces podemos asignar etiquetas como juego, como ayuda, sin ánimo de pontificar o de generar una verdad absoluta.
En el mundo del terror uno puede plantearse estas divisiones según muchos ámbitos y enfoques. En este caso, para la película que me ocupa en esta entrada, usaré el enfoque del entorno.
A veces hablamos del terror de ámbito urbano, otras, del entorno natural. The woods, en España, El bosque maldito, se enmarca dentro de esta segunda acepción.
¿Han estado alguna vez, al atardecer, dentro, bien dentro, de un bosque de verdad?
Es una experiencia inolvidable en casi todos los aspectos; el olor, el supuesto silencio, esa sensación de pequeñez que nos envuelve y aturde, esa sensación de extrañeza, de ser algo ajeno. El bosque emana un olor especial, sí, el olor de lo primigenio, de lo inviolable y lo indomable. Un bosque no se domestica; el hombre lo intenta, pero al finaln tal intención se ve abocada al fracaso y, a lo sumo, sólo se consigue una torpe y desenfrenada destrucción. Quizá el bosque, un bosque antiguo, en penumbra, es lo más parecido al concepto de naturaleza salvaje que nuestros antepasados contemplaban y vivían hace siglos en el día a día.
El bosque mantiene la cualidad de los siniestro, es un útero que oculta lo desconocido, que apenas nos lo deja entrever si no es por medio de susurros, de sombras medio desveladas, de evocaciones.
The woods asume esa perspectiva. La película, acertada en ambientación, en enfoque, en silencios e insinuaciones, es un buen ejemblo de lo que se puede hacer sin necesidad de abusar de efectismos y efectos especiales. Estos están ajustados, lo mismo que la sangre y lo explícito.
The woods enfoca la trama desde la perspectiva y con el protagonismo de lo femenino ,y uno no puede más que retrotraerse a lejanas lecturas de mitología e historia, de volver a esa época de matriarcado, paganismo y creencias ancestrales, en las que la naturaleza y la mujer jugaban un papel esencial, cruel a su manera (cruel según este nuestro actual enfoque racional y masculino) y definitorio. La película asume la parte siniestra de lo femenino como arquetipo mitológico, lo esboza con magistral eficacia.
En fin, nos encontramos ante una historia de miedo de intriga, bien urdida, ¿original? sí, dentro de lo que actualmente se puede catalogar como original.
De verdad, desde The descent y Frágiles, no me lo había pasado tan bien.
Vean, vean... adéntrense en las sombras apartando hojas secas, acariciados por el toque escalofriante de las ramas bajas.