Leo en la última actualización de Stardust lo siguiente: las autoridades chinas retiran de los kioscos y establecimientos similares todas las revistas y publicaciones que hablen de fantasmas… podrían afectar a la salud pública.
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Creo que el acto en sí ya conlleva la reprobación ante lo que de censura tiene (y de ridículo), y como cualquier persona sensata está en contra de la censura y a favor de la educación…así que pasaremos a otros lares.
Uno de los elementos más perturbadores es el de que, para una de tales revistas, había corrido el rumor de que, al escribir el nombre de una persona en ella, tal persona moriría en breve.
¿La gente, sobre todo, la gente joven puede llegar a ser tan crédula?
Recuerdo cómo una vez, hace ya un tiempo, por casualidad, fui a parar a un foro de amantes del género vampírico. Recuerdo el asombro que me produjo el leer cómo gran cantidad de jóvenes, niños y no tan niños, pedían, suplicaban, rogaban y creían a pies juntillas la presencia en el mundo de auténticos chupasangres, con cuyo mordisco pasar a un nivel más elevado de existencia. Dos cosas: la primera es observar el estado de frustración que opera en dichas mentes, tal grado de desapego y desarraigo que les impulsa a buscar esa forma de escapar del mundo (costumbre adolescente pasajera) aburrido e incomprensivo, a otro de libertad y superioridad. La segunda: la credulidad. La superstición, la necesidad profunda que todavía subyace en nosotros de confiar en algo sobrenatural. La capacidad de sugestión que nos lleva a admitir la realidad de algo manifiestamente irreal y fantástico.
Quizá nosotros mismo debamos bucear en nuestro inconsciente menos profundo, descubrir nuestro nivel de credulidad, la zona frágil de nuestra racionalidad, el oscuro lugar donde los deseos y las frustraciones agrietan el sustrato de sentido común.
Saludos, estimados lectores