Hay películas que están creadas para revolver conciencias, para persuadirnos de que nuestro cerebro está ahí, no sólo para dejarse atiborrar de toneladas de 'entretenimiento', sino además para reflexionar y hacer una análisis crítico de la realidad que nos rodea.
En cierto modo 'Buenas noches y buena suerte', entre otras muchas cosas, nos habla de la endiablada manera en la que el mundo actual anula esa nuestra capacidad de reflexión crítica, anula, embota o tergiversa nuestro sentido de la percepción de la realidad, nos hace partícipes de un plácido y engañoso estado del bienestar del rebaño, o lo que es peor, perfecciona nuetra tendencia absurda a desleir lo que nos molesta de la realidad entre grandes cantidades de artefactos espectaculares, entretenimientos vacíos y espectáculos intrascendentes.
Buena película, buena historia-la realidad a veces nos ofrece mejores creaciones que la imaginación más destada.
También habla de la manipulación, de lo fácilmente que los hechos se tergiversan en manos de aquellos que se arrogan el marchamo de adalides de la libertad. Nos muestra un conjunto de estrategias conducentes a ofuscar nuestra neutralidad moral, del esfuerzo que unos pocos deben hacer para destapar estos ardides que amenazan con conducir nuestra existencia hacia una simplicidad perversa en la que el objetivo condiciona los medios, aunque estos sean entren en contradicción manifiesta con él.
No diré más, es conveniente que la vean, que disfruten como yo de ella. Me recuerda al espíritu que anima otras creaciones como 'Siete días de mayo' de joh Frankenheimer, 'Punto límite' de Sidney Lumet, 'Network' o , en otro estilo,'Teléfono rojo, volamos hacia Moscú' y otras grandes películas donde se abre la ventana de cara a la zona más oscura de la política o la comunicación.
Vean, vean... y por cierto, esos americanos de entonces fumaban como carreteros. Quién lo iba a decir hoy.
Quizá otro día me atreva con una apología del vicio y nuestro derecho a disfrutar con él.