
Que leer a Capote es un placer la sabe cualquiera: El arpa de hierba, A sangre fría, Desayuno en Tiffany's..., ahí están. ustedes mismos. Pero cuál fue mi sorpresa, mientra atacaba los "cuentos completos" en la edición de Anagrama, cuando ayer por al noche di con "Miriam". ¿Un cuento de fantasmas? ¿Una escalofriante aproximación, cargada de sensibilidad, al asunto siempre recurrente del mal? ¿Capote? Sí, Capote.
La aproximación al mal de Capote en este relato es delicada y al mismo tiempo implacable (alejada de la que ofrece en su obra canónica A sangre fría); la figura arquetípica de Miriam, la niña que inquieta y asedia a la señorita Miller con su presencia cargada de capricho e intención, despierta en el lector un estado de profundo malestar; malestar que solo se presenta cuando nos sentimos en presencia del mal en estado puro, de ese mal desencarnado, voraz, cargado de ganas de devorar nuestra cordura; un mal que juega con la realidad como lo haría un niño con un puzzle, un mal que acentúa nuestra soledad, nuestra individualidad imperfecta, proyectándola sobre una realidad deformada, irreal.

Y sí, hay obras de terror mucho mejores que este olvidado relato primerizo del autor norteamericano, mejor escritas, quizá, sin ese recurso teatral anticlimático que se perfila en su final, pero aún así, Miriam conmociona, no en vano es un susurro de una de las voces que mejor ha sabido escribir acerca del mal en el pasado siglo.
Nota: el relato, en1946. ganó un premio, el O.Henry, en la categoría de mejor relato publicado por primera vez.
Nota: el relato, en1946. ganó un premio, el O.Henry, en la categoría de mejor relato publicado por primera vez.