Hace un tiempo, creo que en la Hispacón de Huesca del año 2009, pero mi memoria puede fallar, tuve la oportunidad de escuchar a Marc R. Soto "contarnos" uno de sus relatos: "La sonrisa del reloj". Escuchar a Marc compartiendo una de sus obras es uno de esos placeres que pocos pueden obtener en este mundillo diminuto de los creadores de terror. Los relatos de este espléndido autor están hechos para ser leídos, para hacerlo, si uno tiene paciencia y curiosidad, en voz alta. No pierden un ápice de frescura, no pierden nada de la inquietud que los impregna y esta se transmite al lector como una corriente de aire frío.
"Largas noches de lluvia" se compone de tres actos: dos relatos y una novela corta, engarzados entre sí por un mismo entorno. Quizá parezcan independientes, sueltos, peregrinos, pero tras la lectura completa, uno ve cómo los trazos, en apariencia inconexos, conforman un dibujo completo, compacto.
Los dos relatos nos abren el telón, entre ellos aquel que nos leyó, nos preparan el paladar para el bocado final: exquisito en su sabia mezcla de costumbrismo, género negro y una pizca mínima, justa de terror .
Marc es de esos escritores con el don del malabarista: maneja el lenguaje a sus anchas, sin aparente esfuerzo, para goce del lector, y si a eso se une su pericia a la hora de componer tramas y personajes, personajes perfectamente ajustados a esas tramas, el marco, el paisaje, se llenan y esto nos invita a la lectura.
No leer a Marc es un crimen. Se lo aseguro. Ya sea su última publicación, o la anterior "El hombre divergente", otra joya del fantástico contemporáneo español