miércoles, junio 20, 2012

Elogio de la sencillez

Ando a vueltas con un para de libros: los cuentos completos, de Flannery O'Connor y "La desaparición" de Tim Krabbé. Del uno voy picando, fascinado como siempre por el maridaje excepcional y espontáneo que se da entre la literatura y El Sur de los Estados Unidos (es como si esa pedazo de tierra y sus gentes estuvieran bendecidos dentro del alma de los escritores y todo lo que se relaciona con ellos sucumbe con pasión a la atracción de la página y la tinta); del otro apenas me restan unas pocas escalofriantes páginas del escaso centenar que lo componen.


Pocas cosas tienen en común; de entre ellas yo resalto una: la sencillez. la total y absoluta sencillez de ambas obras. La sencillez es rotunda, destapa las limitaciones del autor sin asomo de piedad. Cuando la prosa se limpia de miriñaques y adornos, cuando el creador se desliga de la fanfarria y lo barroco, de los juegos y prestidigitaciones, entonces nos asombra o decepciona con su valía o su falta de empaque.

Hace tiempo, discutiendo entre copas, jarras y humo alguien dejó caer una de esas frases ocurrentes: "hay dos tipos de buenos escritores: los que son capaces de no decir nada y hacerlo con un manejo portentoso del lenguaje y sus artimañas, y aquellos otros que, con un lenguaje limpio narran la historia más trivial y la convierten en una obra de arte...", eso decía, o algo así: la memoria tiende a subvertir y acomodar las cosas del pasado a su uso y necesidad presente.

Disfruto con ambos conceptos de literatura, pero siento devoción por el segundo de ellos, por la literatura que narra sin más, que cuenta algo que deviene y muta; la otra, la literatura que se cierra sobre sí misma, que se enreda en su propia presunción no logra atraparme con la misma intensidad que su amiga pobre..., y digo pobre porque es obvio que la crítica, la élite, el academicismo, hace ya tiempo que tomaron partido por la hermana veleidosa.

Pero sigue asombrándome, como es el caso de Krabbé, la capacidad que tiene algunos autores para, sin necesidad de hacer sesudas introspecciones, sin necesidad de decorar el cuadro, de llamar de continuo a lo recurrente, solo mediante los diálogos, las acciones y el devenir simple de la historia, construyen una personalidad compleja y hacen que esta se dibuje con absoluta perfección en al mente del lector. Sigue asombrándome, como es le caso de O'Connor, cómo con un simple relato, dos personajes, una localización sencilla y un lenguaje mínimo se perfila un mundo completo, con sus complejidades y particularidades claras y distintas (como si de un fractal se tratase y toda la estructura global estuviera ya definida en la estructura microscópica).

lunes, junio 11, 2012

Compra impulsiva

Es lo que sucede cuando uno da una vuelta y, con el objeto de matar el tiempo, entra en una librería de viejo a husmear. Sucede que uno encuentra joyas y ha de ceder a la tentación sí o sí.

¿Qué sucede si te encuentras la colección completa de Acervo de "Narraciones Terroríficas", los diez volúmenes? Pues que haces un pacto con el diablo y te lanzas a por ella antes de que otro loco se te adelante.

Los que amamos los libros tenemos esa forma de ser: sucumbimos a la tentación sin apenas oponer resistencia. la llamada es un canto de sirena que desdeña el sentido común, la naturaleza prudente y el sonrojo.

Así que les iré contando, pues estoy seguro de que daré con unas cuantas joyas para la sección de este blog: "Básicos del terror"

El enlace en la Tercera Fundación donde ver la lista de obras y autores por ejemplar.

miércoles, mayo 30, 2012

Proximamente...

En ocasiones uno necesita ser clásico, académico. Otras la historia y la imaginación se liberan, rompen ataduras y se produce la deflagración.


¿Es posible que un universo de fantasía anide en otro? ¿Que los seres de una imaginación  y los monstruos de otra se integren e interaccionen sin que el resultado parezca pretencioso, descabellado y fallido?

Lo dicho: a veces hay que correr el riesgo.

Próximamente, el resultado, el examen del lector, la cizalla del aficionado.

viernes, mayo 18, 2012

Básicos del terror: "Che gelida manina", Robert Aickman

Tiene la misma textura que la emoción que suscita un atardecer en la montaña, cuando oscurece, las sombras se alargan y la brisa baja por las laderas, trenzándose entre los pinos. Tiene la misma textura que ese primer trago de un buen malta, cálido, amable y al mismo tiempo retador. Textura de una cerveza de abadía, espesa, fragante, aterciopelada. Tiene esa misma textura que la caricia al descuido de un niño... Y así hasta el infinito. 

Ayer, cuando terminé de leer este relato del señor Aickman, volví a sentir esa emoción contenida que solo algunas pocas creaciones son capaces de suscitar en el espíritu... 

Sí, ya sé que el lenguaje que uso adolece de un sentido retorcido del barroquismo, tiene el olor a espacio cerrado de lo finisecular, pero me da igual: es el lenguaje que mejor transmite, en este caso, la emoción de la lectura. Y aunque las expresiones, las maneras, pueden atufar a rancio, por favor, no se les ocurra pensar lo mismo del relato origen de este comentario. Porque cometerían un grave error; sí, gravísimo error.

Y hablo de textura, sí, lo hago porque el término ha surgido de forma inconsciente y me he dado cuenta que se adecua perfectamente al juego de sensaciones/emociones que se puso en marcha durante y tras la lectura del relato. Aickman no es un escritor de "terror" al uso,es  quizá un escritor de texturas, aunque a él le gustaba más que se le considerara un "escritor de lo extraño". Acertada definición. Los relatos de Aickman tienen una textura especial, extraña, que los hace únicos. Juega al terror ocultando el terror, huyendo de él. Son pocas las veces en las que este se hace explícito, y cuando sucede, su presencia es fugaz.


"Che gelida manina" es un relato que comienza con un elemento cotidiano tan inofensivo o brutal, según se mire, como es el teléfono. Supongo que esa es una de las razones por las que lo considero tan bueno: el uso de lo cotidiano para forzar la presencia del terror, para hacer ese terror accesible, inmediato, sin necesidad de recurrir a situaciones ni elementos que requieran una excesiva suspensión de la incredulidad. Es un relato que hipnotiza, uno donde los tempos de la narración están perfectamente medidos: lentamente, a través del protagonista, vemos, percibimos y sentimos los cambios a los que este está sometido por el desarrollo (deterioro) progresivo de los acontecimientos:  misterio, soledad, extrañeza, necesidad, aprensión, angustia  y por último horror. Aickman crea un sendero milimétrico de emociones, un mecanismo de relojería preciso. Y lo que le dota de ese, permítaseme llamarlo, encanto, a la narración, es la forma en la que lo hace: sin la utillería tópica del cuento de terror; sino mediante la sugerencia, la sombra, la negación y la psicología más  íntima del personaje. Sí, definitivamente el escalofrío surge con mayor energía cuando más escondida y elusiva es la sugerencia del foco del terror, sugerencia, que no presencia.

No en vano, es en nuestra mente donde nace el horror. Es ella quien optimiza el proceso, lo conjura y llama atendiendo a las formas y medios que alimentan nuestros propios miedos.

Un consejo. Corran a comprar, a hacerse con alguno de los libros de Aickam, de él o donde él aparece, da igual. Sumérjanse en su particular visión del terror... y si leen este relato, a deleitarse con la escena final.

lunes, mayo 14, 2012

El bueno, el malo y Reilly

Corrían los ochenta. Yo era un crío, leía mucho y veía todo el cine que podía, cine de los ochenta y clásico. Y no voy a negarlo, todavía no había definido con claridad mis gustos y, sobre todo, las bases sobre las que poder argumentar esos gustos. Así que tragaba todo..., a esa edad no hay problema, uno se come cualquier cosa, hay tiempo, hay esperanza, la sensación de que el reloj corre en contra de uno no existe ni en la imaginación más pesimista.

Alimentarnos, nos alimentábamos con el menú básico de buenos y malos; los buenos nos gustaban, buscábamos imitarlos, y los malos, también nos gustaban, pero no de la misma forma, joder, siempre perdían o resultaban ser más tontos que el protagonista de turno.Tenían que perder, ese era el objetivo. Los medios tonos, las sobras y degradados, todavía no tenían espacio en nuestra mente o quizá sí y no éramos conscientes de ello; vivíamos en un beatífico maniqueísmo.

Pero llegó Reilly, la serie de la BBC "Reilly, as de espías" emitida en TVE, protagonizada por un espléndido Sam Neil, y todo cambió.

Quizá todos tenemos un momento en el que nos damos cuenta de que no todo es blanco ni negro, que "el bueno" puede ser un redomado hijo de puta, pero uno de verdad, sin un código de moral propio, ni uno de esos de novela negra: jurídicamente no sostenido, pero sí social y emocionalmente aceptado. Un día aparece un hijo de puta que en demasiadas ocasiones se comporta como el malo, que es ambiguo y usa esa ambigüedad como un arma más para lograr sus objetivos. Y que, aunque rompe las reglas, nuestra reglas, nos atrae..., y no porque nos atraiga la maldad, no, sino porque, de repente, hemos dado el paso, hemos madurado y nos hemos abierto a un nuevo juego, no de valores, sino de una nueva forma de valorar.  El día en el que el bueno pierde y el malo gana, y no lo vemos mal, lo vemos real.

La luminosidad del blanco, el poder aterrador del negro se diluyen un poco y dejan espacio al gris. Lo ambiguo despliega su capacidad de seducción y, a partir de entonces, nada es igual

Hace poco recuperé la serie y la vi. De nuevo me impactó, de nuevo saboreé la pérdida de la inocencia artística, de la inocencia moral.

miércoles, abril 11, 2012

Cuerpos descosidos, de Javier Quevedo Puchal

Elogiar una novela es fácil. A veces tan fácil como ser buen amigo del autor, buscar esa amistad, o simplemente buscar un quid pro quo. A veces basta simplemente no tener una pizca de juicio crítico y sentir la presuntuosa necesidad de ver tus palabras escritas en la red.

Elogiar Cuerpos descosidos (NGC ediciones, 2011), de Javier Quevedo, es sencillo, no hay que hacer nada raro, solo leerla, disfrutar, empaparse del dolor que supura cada uno de los personajes que concurren en la obra, saturarse del olor a carne cruda, a sangre, a remordimientos, a penitencia y furia. Pero no nos equivoquemos, eso es solo la superficie, eso solo es el morbo, nada más. Cuerpos descosidos es un tour de force multifacético que sobrevuela y entrelaza la existencia trágica de unos marginados excepcionales. Cuerpos descosidos es un enredo perfectamente orquestado que habla con lucidez de algo más que el simple dolor como espectáculo, obsesión o necesidad; habla de  la hipocresía y de la corrupción; del amor en su sentido más límpido y de ese otro sentido retorcido y corrupto..., nos muestra que nada es lo que parece y que en los lugares e instituciones donde debería surgir un amor sin calificativos, a veces solo surgen horror, destrucción y manipulación, os sea: un amor corrompido que modela monstruos pudriendo la inocencia, marcando para siempre a las personas y a cuantos les rodean.

Y si hay una palabra que se me viene a la mente tras leer el libro, un denominador común más allá del dolor, esa es la palabra "redención". Sí, en mi opinión, Cuerpos descosidos nos habla al final no solo de el dolor (el dolor se queda solo en una excusa o un mecanismo), sino de la fatal búsqueda de la redención que obsesiona a aquellos que tienen el alma descosida, de los caminos que cada uno de esos individuos toma para intentar llegar a ella: atajos, autopistas, eriales y laberintos.

Javier nos ofrece una de las mejores novelas de la ficción española que he leído este año. Una obra que, al igual que la editorial que la publicó, merece mejor suerte, merece que deje de circunscribirse a las fronteras de este reducido mundo de los amantes de la literatura de género. Una obra que recomiendo encarecidamente a cualquiera.

viernes, marzo 30, 2012

Marchlands

Hay un terror moroso, lento por imposición, un terror que engaña en su laxitud, que no es más que eso, laxitud mal entendida, una demora sin fondo que el autor considera una buena arma para crear inquietud. Suele ir acompañada de un efectismo mal acompasado, de arranques intempestivos que tratan de sorprender al lector/espectador, de levantarlo de su asiento, pero que lo único que logran es hacerles fruncir el ceño y hacerles exclamar algo parecido a "solo sabes ofrecerme eso".

Luego está ese otro terror pausado, el terror que requiere de un tempo calmo en sí mismo. Es el terror que no puede apresurarse porque entonces pierde todo su poder de evocación y de intimidación. Es un terror que puede ser gradual o no, pero es un terror acumulativo en la percepción del lector /espectador. Los hechos, los personajes, se desgranan al ritmo necesario (en él los personajes son esencialas, más aún que los mecanismos del terror en sí). Aunque no nos engañemos, también hay trampas, hay olvidos necesarios, interrupciones, ocultamientos..., pero el autor maneja esas herramientas con buen hacer, oculta, atrasa, engaña con el objeto de mantener un nivel básico de incredulidad y de tensión, sin el ánimo de ofuscar y ocultar los puntos flacos de la historia, todo lo contrario, intentando subrayar elementos esenciales de ella.


La serie británica "Marchlands" nos ofrece una acercamiento de este segundo tipo. Y lo hace entre dos aguas, flotando entre ese terror gótico asociado a una actitud, a una ambiente, a un lugar; y el terror victoriano tardío de la Gosth Story. Desgrana una tópica historia contemporánea de casa encantada con fantasma, con el discurso narrativo dividido en tres hilos temporales, que se entrelazan y complementan a la perfección: la época que da origen a la trama, una intermedia y aquella en la que la trama encuentra la solución. Así como otras series similares se centran en los eventos, en la forma, en el espectáculo; esta prefiere evocar la historia mediante los personajes. Son ellos los que nos transmiten la angustia, el miedo,  y la incertidumbre..., son los amplificadores necesarios, dado que el lado sobrenatural, aunque no inexistente, sí está reducido a lo esencial.

Podríamos hablar de un terror indirecto.

Una buena recomendación para aquellos que gusten de cierto tipo de terror sobrenatural de baja intensidad, de historias bien hiladas -sin caer en el culebrón o la parodia-, para aquellos que no necesitan encontrar un discurso rompedor, novedoso, sino una buena ejecución de una vieja idea, de una idea eterna y recurrente.

miércoles, marzo 07, 2012

Mesas redondas acerca del terror - Madrid

Una lástima no poder estar allí.

Francisco Torres Oliver
Ismael Martínez Biurrun
Santiago Eximeno
José Carlos Somoza...



jueves, marzo 01, 2012

Crematorio - El libro

Hace unos cuantos meses llegó a mis oídos la noticia de que se estaba emitiendo en un canal de pago una serie llamada Crematorio, basada en un libro homónimo de Rafael Chirbes. Y en los mentideros se hablaba de esa serie como de una joya, una serie que no poseía la indiscreta mediocridad de buena parte de las series españolas. Eso picó mi curiosidad y, al cabo de un tiempo, di con el libro, lo compré y lo leí.

A veces uno se pregunta cómo no ha leído algo antes, cómo no ha sido capaz de descubrirlo de motu propio, por qué le ha fallado ese instinto cazador, ese presentimiento que nos asalta en la librería. Crematorio es una joya, eso sí, una joya no apta para los que ven la literatura como algo fácil de deglutir, como un mero pasatiempo en el que no aplicar esfuerzo. Crematorio da, pero Crematorio pide, y pide mucho. Es un libro intenso, denso pero sutil,;equilibrado dentro de su aspecto, a primera vista, pesado; engañosamente alambicado.

Crematorio es el resultado de una vida, un colofón transitorio, espero, donde se intuye que el autor ha descargado, no solo su buen hacer literario, sino también su experiencia vital e intelectual..., y esto último podría dar como resultado un tostón pedante, pero no: Chirbes se sirve con cuidado de esos guiños vitales, intelectuales, para dibujar a trazos aparentemente gruesos -realmente de una finura excepcional- una parte de la historia en la que España está inmersa actualmente. Y lo que es más difícil, lo hace desde el punto de vista de la intimidad de los personajes que desfilan uno a uno, monólogo a monólogo, capítulo a capítulo, por el libro; de sus pensamientos, de sus filias, fobias, deseos y frustraciones.

La vida individual caracteriza y muestra, con la prosa de Chirbes, esa otra vida general, histórica y cultural, sin perder esa sustancia que nos acerca a los personajes como entidades propias.

A los amantes de la buena literatura: no hay que dejar de leer este libro.

lunes, febrero 20, 2012

Chotacabras

Hace unos días, en una de esas conversaciones peregrinas, salió a colación el tema de los animales asociados al tránsito de la muerte (psicopompos). La verdad es que fue un breve intercambio de recuerdos, de lecturas, pero a mí, además, me trajo a la cabeza una de las escenas literarias que más me perturbó en sus tiempos.

Hablo de Lovecraft, de lecturas juveniles, de la lectura de "El horror de Dunwich" y de los chotacabras.

En el particular folclore de fondo en los relatos de Lovecraft, estos pájaros (Caprimulgus vociferus) tienen la escalofriante intuición de percibir cuándo la muerte ronda al moribundo de cerca, poseen la capacidad de, llegado el momento, si esta es débil, atrapar el alma del difunto cuando escapa del cuerpo ya inerme.

Los chotacabras se reúnen en grupo lo más cerca posible del lecho de muerte. Pían con la cadencia de su trino acompasada  con los estertores del agonizante. Trinan una y otra vez, una y otra vez en una melodía lenta o desangelada, rápida o apagada... Amoldan su cacofonía a los últimos pasos del alma en el mundo de los vivos... Por fin, cuando la segadora llega y corta el tallo que une al vivo a su existencia efímera, según fuera la fortaleza de espíritu del muerto,  los chotacabras no consiguen hacerse con el alma, se silencian y desaparecen discretos. O, por contra, logran atraparla y así estalla sin solución de continuidad un jolgorio cruel y ensordecedor de trinos desordenados, vesánicos y crueles. Un gran grito que revienta el aire a su alrededor,  es el júbilo del depredador.

Recuerdo que pensé que aquella imagen era tan bella como estremecedora.


lunes, enero 30, 2012

Entrevista en Anika entre libros

Pues eso, que el incombustible Fernando Martínez, Fer para los colegas, se ha tomado el tiempo, la molestia y el trabajo de asaetearme a preguntas. Me hace hablar de lo divino, de lo humano..., de tantas cosas: proceso creativo, biografía, modelos y filias.

Algún día las gentes del fantástico nacional deberíamos darle un homenaje a este lector, o mejor sería decir: Lector, con mayúscula, amigo de todos, colega y muchas cosas buenas más.

Ver entrevista en Anika entre libros

miércoles, enero 25, 2012

Los libros huidizos

Hay libros que encuentras, otros que vienen a ti sin apenas llamarlos, otros que juegan contigo al escondite durante unos días..., y luego están aquellos que requieren paciencia, aquellos que sabes que son, pero no dónde están, aquellos, que, a la postre, aparecerán cuando el azar o la necesidad lo decidan.

Ya me sucedió, fue hace unos cuantos años: había leído "Cannery Row", uno de los libros segundones de Steinbeck, un libro delicioso y algo excéntrico. Tras leerlo, me enteré de la existencia de algo que podríamos llamara una primera parte o precuela "Dulce jueves". La búsqueda duró años, unos cuantos, muchos...; no había internet tal y como ahora la conocemos, nada que facilitase las cosas. Todo se limitaba a librerías de viejo, a escarbar, a esperar. Por fin apareció, en una reedición. Y entonces se dio esa extraña emoción de lector fetichista, esa "pequeña muerte" que se presenta y te estremece cuando tocas la portada y pasas los dedos por las primeras páginas, olfateando el aroma de la tinta.

Y ha vuelto a suceder. Quizá de una manera diferente. Ahora ya hay internet..., pero con este libro sucedió lo que con otros, de tanto esperar, se aletargó el ansia, y la memoria lo despejó de su pantalla principal, relegándolo a un semi olvido de telarañas y polvo. Y he aquí que el otro día, caminando por el Casco Viejo de Zaragoza, espoleado por mis dos perras, arrastrado por ellas, por el frío gélido que cuajaba el Cierzo, que pasé por delante de una de esas librerías de viejo: "Luces de Bohemia". Había una expositor en la calle, lleno de libros desgualdramillados, enmohecidos, viejos... un expositor que expulsaba ese olor característico del libro viejo saldado, en las últimas..., un olor que a los tipos como yo nos aguijonean, nos transmutan en sabuesos, en yonquis improvisados.

Me detuve, mis perras me miraron extrañadas, una de ellas empujó impaciente, aterida, y la detuve; hurgué desganado, con la prisa espoleando mis dedos. Y entonces apareció. Lacerado, amarillento, o  como a mi me gusta decir, con personalidad propia. Porque hay libros de segunda mano que para unos parecen ajados y heridos, pero que para mí  realmente han adquirido es una esencia propia, peculiar; sí, una biografía peculiar que transpira en el papel. 

Se trataba de un ejemplar "Al sur de Granada" de Gerald Brenan... Ahí estaba. Deseado y olvidado. Un ejemplar usado, un ejemplar que contenía algunas sorpresas. Me gustan los libros de segunda mano que guardan en sus entrañas olvidos o recuerdos de sus antiguos propietarios. Es como si se creara un nexo invisible con ellos, con la emoción que sintieron al leer y poseer el ejemplar. En este caso había dos instantáneas y una postal. la postal era de las Alpujarras, las fotos, dos pequeños recuadros sobreexpuestos donde, en uno se veía un gato ante un portal encalado, y en el otro la placa que el pueblo de Yegen erigió para homenajear a Brennan. Era obvio que quien tuviera el libro, había ido hasta Yegen para ver con sus ojos lo que quedaba de lo que Brenan había descrito. El libro, quizá, había estado allí.

Ahora ando a vueltas con "Al sur de Granada". Gozando de esa locura lúcida de un inglés de clase media, con ganas de cambiar de vida, de leer y aprender, que le impulsó a instalarse en los años veinte del siglo pasado en un pueblo perdido de Las Alpujarras. 

Disfrutando.

viernes, enero 20, 2012

Insomnia. "Nocte" de la buena en estado puro

Insomnia: el 19 de marzo a la venta... una vez más metido de lleno en un gran fregado con un viejo compañero al que le tengo gran cariño, "La senda inifnita".

Antología de algunos de los mejores relatos de terror procedentes de los socios de NOCTE, para conformar un conjunto aterrador y desasosegangte, lleno de la mejor literatura de terror nacional.

Con selección de J.E. Álamo.
Incluye relatos de: Emilio Bueso, David Jasso, Alfredo Álamo y Santiago Eximeno, Sergio Mars, Javier Quevedo Puchal, Juan de Dios Garduño Cuenca, Roberto Malo, Pedro Escudero, Óscar Bribián, Fermín Moreno González, Rubén Sánchez Trigos, José María Tamparillas y J.E. Álamo.

Editorial
Cyberdark

La pléyade de autores da miedo.
Un trabajo espléndido de J.E. Álamo.

jueves, enero 19, 2012

Más vampiros... centenario de la muerte de Bram Stoker

Y es que la Horror Writers Association (HWA), o sea, la asociación de escritores de terror de Estados Unidos se ha decidido a encontrar la mejor novela de vampiros de los últimos cien años. Se trata de un de homenaje a Bram Stoker y su obra en el centenario de su muerte..

Las obras seleccionadas para la votación final son:

  • The Soft Whisper of the Dead
    Charles L. Grant (1983)
  • Salem's Lot
    Stephen King  (1975)
  • I Am Legend
    Richard Matheson (1954)
  • Anno Dracula
    Kim Newman  (1992)
  • Interview with the Vampire
    Anne Rice  (1976)
  • Hotel Transylvania
    Chelsea Quinn Yarbro  (1978) 



El resultado se dará a conocer el 31 de Marzo..
Obviamente tengo mis favoritas. Y etas son las de KIing: Salem's Lot, y la de Matheson: Soy leyenda, por ese orden. Algo relativo ya que no he leído ni la primera (que creo no está publicada en España) ni la última de las obras.

Ir a la noticia oficial

jueves, enero 12, 2012

El malo de la película... perdón, de la serie

Cuando uno se pone a hablar de los personajes de una gran serie como "Boardwalk Empire", normalmente tira por el lado fácil: el papelón protagonista de Steve Buscemi como "Nucky" Thompson.. Pero en estas líneas me quiero quedar con otro de los personajes. Y lo hago por la composición inquietante que el actor Michael Shannon ha construido -obviamente junto a los guionistas- para dar vida al personaje del agente del Tesoro Nelson Van Alden.

Hay hombres oscuros, hombres en los que el mal flota a su alrededor como una engañosa nube de fanatismo violento, de rectitud pervertida, de intransigencia voraz. Suelen ser hombres consumidos en la contradicción deseo/moral que les atenaza, seres ciclotímicos que oscilan entre la negación contumaz y la certeza desintegradora de no ser lo que desean ser. Como leí hace mucho tiempo, son : "hombres de un solo libro", que son los peores hombres, aquellos que pretendiendo ser los más puros, son capaces de las peores acciones convencidos por el ardor de la certeza.

Nelson Van Alden. me da miedo. Me da miedo lo ardiente de su humanidad retorcida, me da miedo la pugna interior a al que se enfrenta día a día, me da miedo su mirada, su debilidad, su economía de gestos, solo rota por repentinas explosiones de furia o de ternura. Sí, es uno de esos personajes que a todo buen creador le gustaría parir: complejo a la par de aparentemente sencillo. Uno de esos "malos" que termina fascinando más que cualquier "bueno".

martes, enero 10, 2012

Nos lavamos la cara

Aprovechando las nuevas utilidades que nos proporciona BLOGGER, le hemos dado un repaso a las paredes, puertas y ventanas. Hemos cambiado muebles y puesto bombillas nuevas. Todo con el ánimo de seguir dejando caer nuestros pensamientos, opiniones y gustos. Con ganas de llegar a más y más gente.

¡Vamos allá con el nuevo año!

miércoles, diciembre 14, 2011

"Largas noches de lluvia" Marc no defrauda


Hace un tiempo, creo que en la Hispacón de Huesca del año 2009, pero mi memoria puede fallar, tuve la oportunidad de escuchar a Marc R. Soto "contarnos" uno de sus relatos: "La sonrisa del reloj". Escuchar a Marc compartiendo una de sus obras es uno de esos placeres que pocos pueden obtener en este mundillo diminuto de los creadores de terror. Los relatos de este espléndido autor están hechos para ser leídos, para hacerlo, si uno tiene paciencia y curiosidad, en voz alta. No pierden un ápice de frescura, no pierden nada de la inquietud que los impregna y esta se transmite al lector como una corriente de aire frío.

"Largas noches de lluvia" se compone de tres actos: dos relatos y una novela corta, engarzados entre sí por un mismo entorno. Quizá parezcan independientes, sueltos, peregrinos, pero tras la lectura completa, uno ve cómo los trazos, en apariencia inconexos, conforman un dibujo completo, compacto.

Los dos relatos nos abren el telón, entre ellos aquel que nos leyó, nos preparan el paladar para el bocado final: exquisito en su sabia mezcla de costumbrismo, género negro y una pizca mínima, justa de terror .

Marc es de esos escritores con el don del malabarista: maneja el lenguaje a sus anchas, sin aparente esfuerzo, para goce del lector, y si a eso se une su pericia a la hora de componer tramas y personajes, personajes perfectamente ajustados a esas tramas, el marco, el paisaje, se llenan y esto nos invita a la lectura.

No leer a Marc es un crimen. Se lo aseguro. Ya sea su última publicación, o la anterior "El hombre divergente", otra joya del fantástico contemporáneo español


miércoles, diciembre 07, 2011

Presentación de "Carne de mi carne"


El viernes día 9 de diciembre presento oficialmente en Zaragoza mi primera obra en solitario, "Carne de mi carne" (Saco de Huesos 2011).
El evento comenzará a las 19.30 horas y será en la Biblioteca de Aragón de Zaragoza, sita en la Calle Doctor Cerrada nº 22.
Estáis todos invitados

viernes, diciembre 02, 2011

Cthulhu 9.

Esta vez mis compañeros han centrado sus creaciones en el humor negro. Y con los mejores referentes, nada más y nada menos que Ambrose "Bitter" Bierce y Saki.

Colaboro con un relato llamado "La cantera". Esta vez ha sido Carlos Lamani el ilustrador.



Pedazo de portada de Juan Serrano, de esas que hacen que todo retiemble. Y el contenido, ni os digo... delicatessen.

Disfrutad.

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