lunes, noviembre 27, 2006

El terror y la palabra

El hecho de que mi compañero de tertulia acá en Zaragoza, David Jasso (por favor, lean su novela de terror la silla) me comentara unos días atrás que uno de mis relatos probablemente iba a salir publicado, en breve, en el podcast Divergencia Cero, que comparte con Santiago Eximeno y Marc R. Soto, me ha hecho plantearme un asunto al que, a veces le he dado vueltas:

La oralidad del relato de terror.

Y es que una de las bases sobre la que se ha sustentado la literatura de terror, en su vertiente más ancestral y popular, ha sido siempre la oral: el cuento, la conseja de viejas, la historieta, la leyenda relatada en boca de un juglar, de un orador, de un supuesto testigo. Hasta el nacimiento del cine, del cine quizá la capacidad más directa para producir esa sensación de temor, de susto, de escalofrío fuera la narrativa oral y no la literaria e impresa propiamente dicha.

La oralidad implica un acceso directo a la empatía si el narrador es hábil: algo que en la literatura se hace más difícil, pues casi siempre surge para con la víctima, se limita a ella; mientras que en la narración oral, el cuentista no sólo la centra a ese elemento, sino que ensancha el horizonte de percepción del oyente, depositando con sibilina intención detalladas descripciones, ambientaciones sombrías, giros inesperados… todo ello aderezado con un uso adecuado del tono, de la mímica facial y corporal. Sí, pues es el tono, el giro fonético del lenguaje, su mirada, su mala intención, hasta el entorno, son también el motor absoluto del miedo en esta narración.

Recuerdo con cariño algunas locuciones radiofónicas de mi infancia, cuando la radio todavía primaba sobre el naciente televisor. También alguno de los programas de Juan José Plans, en los que se locutaban clásicos del terror e historias escritas por el propio presentador, incluso ciertos programillas de pseudo investigadores de lo oculto, en los que, con pompa y organillo lúgubre, se relataban supuestos sucesos espectrales. Qué noches de miedo, de temblor.

Les aseguro que añoro esas reuniones de amigos en la que, no se sabe porqué extraña razón, a alguien se le ocurría contar aquella historia que a su vez escuchó de labios de otro amigo y que hablaba, sí, sin trampa ni cartón, de unos hechos escalofriantes que acaecieron a un tipo desconocido en no sé qué lugar. Sabemos que es mentira, pero aun así, no podemos sustraernos a esa corriente helada que hace vibrar nuestra columna vertebral.

La tipología del cuento oral de miedo esbastante limitada y poco elaborada. Casi siempre usa de los mismos temas, de los mismos arquetipos. Y es esa sencillez la que le confiere buena parte de ese poder de evocación, pues bebe de la parte más cercana del inconsciente colectivo, de los terrores comunes.

Así pues, gracias a Marc, Santi y David. Gracias por acercarnos a ese otro universo del terror. Esperemos que no se pierda entre vísceras, motosierras y asesinos en serie. Gracias por tener la valentía de crear esa web, Divergencia Cero, en la que el terror entre en la sangre a la antigua, mediante el verbo.

viernes, noviembre 17, 2006

Una sensación

Ayer fue, en casi todos los sentidos, un día normal. Todo hasta que entre en la Fnac, fui a echar un vistazo a las obras de terror en bolsillo y descubrí que ya habían colocado un ejemplar de Paura 3.

Es difícil de describir la sensación que le recorre a uno el cuerpo, desde el útimo extremo del último pelo, hasta el dedo meñique del pie, cuando ve algo que ha creado, por fin aparece plasmado en papel, al alcance de cualquiera. Escalofrío, vacío, éxtasis... el papel sigue teniendo todavía esa especial aura para un escritor (sí, llámenme anticuado, lo soy en ese sentido).

Allí mismo me leí de cabo a rabo susurros. Y me siguió pareciendo bueno. No importa que lo pariese de un tirón, casi como un juego divertido, sin apenas expectativas. Lo leí y me dejé enganchar por él como si la obra de un autor desconocido se tratara.

Por fin. Ahora sólo hay que seguir adelante. O sea, lo más difícil.

jueves, noviembre 16, 2006

Básicos del terror: La pata del mono - W.W. Jacobs

A veces el relato más simple, inicio, nudo, desenlace, todo ello bien llevado, es el relato más perturbador del mundo.

Hace ya mucho tiempo que leí la pata del mono, y cada vez que por gusto vuelvo a acercarme a él, más elementos de sorpresa encuentro, tanto como aficionado lector, como aficionado creador. Es envidiable el manejo del ritmo, la ambientación: sobria pero eficaz, el retrato esbozado, pero certero de los personajes, el sólido final... ese final que, como en todo buen cuento de fantasmas, deja todo o casi todo a la imaginación del lector.

De W.W. Jacobs (1863-1943) hay que decir que era fundamentalmente un escritor de relatos de ambientación marinera, dramaturgo, siempre tirando hacie el género humorístico. El que comento es su relato más conocido, uno de esos casos de pervivencia puntual que tanto abundan en la literatura fantástica, pues aunque publico varios más de temática sobrenatural, apenas se recuerdan.

La pata del mono es uno de esos licores que todo buen aficionado al terror debe beber sin ideas preconcebidas. No es una más de las comunes Gosth Stories que uno pude encontrar en la Inglaterra de la época. Es un cuadro de la entrada subrepticia y maligna de lo sobrenatural en la vida cotidiana, un elegante escrito que busca el incierto desasosiego, emparejado a lo más simple, lo más nimio, como portador en sí del mayor de los peligros.

Y se dirán. No habla del argumento, ni si quiera nos da un apunte. Pues no. Este relato es de los que hay que abordar con la mente en blanco, saborearlo con fruición y masticarlo lentamente una vez se ha cerrado el libro, apagado el ordenador, o guardado las cuartillas.

Espero que lo disfruten.

Lean, lean... y cuidado con lo que quieren.

W.W. Jacobs en wikipedia
El cuento en Ciudad Selva

jueves, noviembre 09, 2006

Nuevas visiones del terror

Toda sociedad enmarca y define unos límites unas premisas y unos medios. Existen uno o varios patrones de comportamiento; aunque no sea algo automático, de forma tácita se procede a un etiquetado de la personalidad. Se dice que no hay límites, y que la libertad es el parámetro que domina nuestros pasos. Aunque la verdad es que vivimos rodeados de cortapisas y nuestra vida, sobre todo, se ve definida y guiada por una serie de leyes no escritas, siempre con un trasfondo de tipo económico, pero que conforman el asiento fundamental de la sociedad neoliberal en la que vivimos.

Tanto por su exceso como por su defecto, esto de lo que hablo tiene su proyección en la población más joven de esta sociedad. Son ellos, y aquí entronco con la temática de este blog, los mayores consumidores actuales de terror, y de alguna forma, las influencias y consecuencias de la sociedad en la que están sumergidos se traslada a la forma en la que abordan esta temática.

No hay que ser un tonto para ver que una buena parte de nuestra juventud sufre una extraña mezcla de tedio y frustración. No hay que asustarse, en mayor o menor grado, en todas las generaciones, la juventud sufre de esos incurables males que provocan la sagrada dicotomía: yo contra el mundo. Lo que diferencia a esas generaciones es la forma en la que se enfrentan a ese conflicto y las soluciones que aplican, ya sea para solucionarlo, ya sea para soslayarlo y seguir adelante (utópicos, pasivos, activistas, conformistas y todos los grados intermedios que se nos ocurran).

Prosigamos con el tedio y, sobre todo, la frustración. Centrémonos en esa legión de jóvenes disociados de su entorno, hastiados de una sociedad que les ofrece todo pero que apenas los tiene en cuenta si no es como consumidores; desahuciados pero ahítos de todo lo que la sociedad de consumo les ofrece; aburridos y sin más pretensiones que una ambigua comodidad… es obvio que de alguna manera tienen que reaccionar, que chocar y crear el conflicto catártico o la evasión.

Y ahí entra el terror.

De un tiempo a esta parte ha venido observando cómo se conforman dos corrientes bastante diferenciadas de lo que hasta ahora ha sido la línea general del la creación y el gusto terroríficos. Dos corrientes que yo me arriesgaría a enlazar con dos de las formas de evasión o conflicto que antes he citado.

Exageremos, sí, a veces es bueno hacerlo pero sabiéndolo y avisándolo, sabiendo que jugamos con los extremos de la cuerda.

Tenemos dos formas de sentir el terror: la sociópata y la evasiva.

La primera podemos relacionarla con el terror de tipo gore, los asesinos en serie, la casquería y la violencia gratuita.

La segunda con esa otra forma más elaborada y ritual que ha venido a crear las culturas góticas y siniestras.

Las dos coinciden en algo. Se diferencian de la misma manera de lo que hasta ahora había venido siendo la forma más común de acercamiento al terror: la empatía con la víctima, el miedo que se traslada desede ella al observador y crea en él una emoción pareja, temporal y catártica. Las dos corrientes olvidan ese nexo, no se busca, no importa la relación con la víctima, ésta es un mero sujeto, necesario, pero no central.

En la corriente sociópata, sigamos exagerando, el aficionado busca la venganza, busca sublimar su frustración contemplando y disfrutando al observar a unos, podíamos calificar de émulos, seres que se han despojado de todas las ataduras morales, de todos los impedimentos sociales y psicológicos que limitan nuestra respuesta agresiva y goce con la destrucción. Es relativamente normal encontrar en los foros aficionados de este cariz que protestan por la poca imaginación de una obra al retratar la violencia, la sangre; su exigencia de unos cada vez más refinados y explícitos métodos de terminar, de hacer sufrir con las víctimas. Nos encontramos en casos donde no existe para nada empatía con dicha víctima y sí una corriente de simpatía soterrada para con el sujeto causante del dolor, un deleite en el aguijoneo, el juego macabro continuo con la sociedad y las fuerzas del orden que la representan.

En nuestra segunda corriente tampoco existe empatía por la víctima, pero al contrario de la corriente sociópata, sí existe una cierta empatía, un reflejo de actitudes y de situación para con el monstruo, muchas veces hasta un verse como él. La impronta de este terror viene dada por el protagonismo, no ya de la violencia, que a veces hasta es sublimada y postergada, si no del monstruo, del ser diferente, del inadaptado. El ejemplo más claro lo tenemos en la figura del vampiro, divinizada y envidiada en estos ambientes. En el fondo nos encontramos con una versión más aquilatada y siempre presente forma de evadir la realidad mediante el recurso de crear un mundo irreal más conforme con nuestros anhelos y necesidades. Donde lo que nos diferencia y separa, se hace primordial y definitorio; el sujeto deja de verse como un inadaptado y se contempla como un privilegiado que conoce una realidad superior y casi trascendente.

Los lectores más sensibles podrían echarse las manos a la cabeza, aterrorizarse ellos mismos ante esta perspectiva que usa el terror, el sufrimiento de una víctima, al fin y al cabo, como medio de goce o evasión, olvidándose de dicho dolor, de su impacto final y real. Pero en el fondo nos hallamos ante mecanismos que la humanidad ha venido usando siempre: modelar de una forma controlada e irreal ciertos instintos disociativos o destructivos, reducirlos al ámbito de una sala de cine, de un libro, de un cómic o un juego de rol , para mantenerlos separados de nuestros actos efectivos.

Espero sus comentarios. Puesto que, en cierta forma, sí vengo buscando la polémica, la discusión, esa tormenta de ideas que anima la creación

martes, octubre 31, 2006

Básicos del terror: Vera, de Villiers de L'Isle Adam

Hace ya un tiempo, casi al principio de haber creado este blog, hice alusión en una entrada, también con la pretenciosa entradilla de básicos del terror, a uno de esos relatos que vinieron marcados por la forma y el tiempo en el que fueron leidos. En este caso sucede algo similar. Y es que Vera es uno de esos relatos exquisitos y siniestros que sólo causan efecto bajo el influjo que tejen la oscuridad, el silencio, la soledad y la melancolía.

Vera es, permítaseme el abuso del adverbio, sensualmente terrorífico, Vera es un hermoso cuento de fantasmas escrito con un lenguaje de belleza absoluta, con una expresividad melancólica y envolvente. En él es el deseo, la conversión de la realidad mediante el ejercicio del deseo, mediante el olvido, la segregación de lo evidente y real, valga la redundancia, quien protagoniza, con toque de escalofrío, la narración.

Vera es una fábula, salpicada de sensualidad, simbolismo, desgarradores sentimientos y pasiones inflamadas, un relato que, a la postre, nos narra hasta qué metas nos puede llevar la negación de la realidad, hasta dónde la literatura, la creación es capaz de hacernos ver un mundo en el que las únicas leyes que parecen regirlo todo, son aquellas que nosotros proponemos en nuestro egoísmo. Cómo lo natural se pliega frente a la locura y la necesidad; cómo lo mágico y espectral espera sólo de nuestra necesidad más acuciante, de nuestro pasión, para nacer y envolvernos en una mortaja de aroma celestial.

Hasta ahora les he hablado de un terror positivista, de una concepción mecanicista del miedo y lo sobrenatural. Vera supone la entrada en este blog en una corriente clásica, en la que la fantasía, en su vertiente más aquilatada, aunque macabra, posee un estatus absoluto, en el que el efecto, el suceso, el núcleo narrativo se ve supeditado a la forma, al lenguaje.

Lean, lean... y mucho cuidado con lo que se desea. El amor es más poderoso que la muerte.


Vera - en CiudadSelva
Un rebelde idealista de fin de siglo: Villiers de L‘Isle-Adam, el cuento y la ironía

lunes, octubre 30, 2006

August Derleth

Un escritor de género fantástico, y más si lo es de trama terrorífica, no puede sustraerse a las influencias de eso llamado casualidad. Es por eso, porque después de un par de compras instintivas, de esas que uno hace por puro deleite en el título , de ver que en lo comprado un nombre que se repite, August Derleth... es que quizá debiera detenerme un poco a hablar de este personaje, básico en muchos aspectos para la cara más moderna de las narraciones terroríficas.

Baste decir que es él quien sistematiza, agrupo y edita la obra dispersa y semi olvidada de H. P. Lovecraft tras su muerte. Con eso es suficiente, entra con paso de gigante en la historia de la literatura de terror. Pero hay más, no sólo eso, también es un autor digno de lectura.

De Derleth, aparte de algunos cuentos sueltos insertos en antologías, he podido leer sus colaboraciones con Lovecraft, sus 'el rastro de Cthulhu' y 'la máscara de Cthulhu' y más reicentemente, uno de los elementos de la casualidad que antes he citado: 'otros mitos de Cthulhu'.

Derleth es como una chincheta incómoda en las suelas de los zapatos del mundillo de los adoradores de Lovecraft. Es inexplicable, pero es así, es una sensación que se desprende más de impresiones, de apreciaciones personales, que de hechos objetivos. Cuando un admirador de Lovecraft habla de autores como Bloch, Blackwood, Ashton Smith... se le ilumina la mirada, paladea con delectación esos ratos de lectura oscuros y maravillosos, pero Derleth, Derleth despierta una especie de silencio, una mueca forzada, un querer y no poder. Y esto, a mi parecer es una total injusticia.

Derleth es el impulsor de la obra del maestro de Providence y de muchos de sus sucesores, gracias a él nos es posible acceder a su obra, de no haber existido, o de no haber puesto el empeño que puso, seguramente Lovecraft sería uno de esos grandes olvidados... e imaginen la influencia que ha tenido en muchos aspectos de la literatura de terror posterior a él. Quizá otro hubiera sido el elegido, otro el guía para una generación de escritores, quizá.

Pero no hemos de limitarnos a vaolorar esa contribución de adorador absoluto del autor de los Mitos de Cthulhu, no.

La obra de Derleth es descomunal, buena parte de ella no ha sido traducida, y la que lo ha sido, afortunadamente es accesible gracias a Alianza Editorial, (los amantes de Lovecrat y su mundillo nunca deberíamos de dejar de adorar a esa editorial por poner sus obras en nuestras manos). Desde mi parecer Derleth es mejor escritor de relatos de aventuras terroríficas que de relatos de horror en estado puro. De este último tipo son excelentes aquellos que escribió en colaboración con Lovecraft.

Derleth posee un manejo de la recreación de personajes ¿cómo decirlo? paradigmáticos, de la acción, envidiable. Sí, el punto fuerte de Derleth y se ve muy bien en sus 'el rastro de Cthulhu' y 'la máscara de Cthulhu' es el añadir un alto componente de novela de aventuras y suspense al mundo siniestro de los mitos. Quizá de ahí la necesidad de dotar a su obra de ese maniqueismo que tanto hace que se le denoste: una buena historia de aventuras no lo es si no tenemos claro quiénes son los buenos y quiénes los malos, si no nos identificamos con los esfuerzos de los protagonistas por lograr ese fin casi inalcanzable, peligroso y definitivo.

Recomiendo las dos obras citadas encarecidamente, no aburren, no dejan respiro a un lector que las acoja sin prejuicios. Por contra su 'otros mitos de Cthulhu' es más pesada de leer, pues las historias en ella seleccionadas encajan todas ellas en una misma horma argumental que las hace, en una lectura continuada, repetitivas y pesadas.

Lean, lean: ya saben... no está muerto lo que yace eternamente, y con el paso de extraños evos, hasta la muerte puede morir...

Bibliografía, por Sergio Frtiz
Wikipedia (in)

lunes, octubre 16, 2006

El sol de media noche, de Ramsey Campbell

Hablar de terror y de Ramsey Campbell invita a quitarse el cráneo, como decía uno de los personajes de Luces de Bohemia.

Debo adelantar que la lectura de las obras de este autor británico (La secta sin nombre, Imágenes malditas, Cartas malditas... algunos relatos en selecciones y antologías) casi siempre me han resultado dificultosas, ya sea por las traducciones, por su propio estilo, o por mi, a veces cortedad de entendederas.

Sin embargo he disfrutado como nunca con la obra a la que dedico esta reseña.

Antes der atacarla leí algunos comentarios en la web. Casi todos la acusaban de poseer un ritmo lento, de apenas esbozar una acción definida, de no asustar en el sentido más brutal del término. Eso es cierto. Amantes del terror electrizante, de la acción purta, del gore o del escalofrío fácil, absténgase.

El sol de media noche es una novela que hay que leer con el ánimo relajado, el alma tranquila, sin expectativas, a solas, con tiempo. No es una novela de terror a la usanza.

Como reza la teoría más extendida, nuestro miedo, de tenerlo, surge por la proyección, por la interiorización de los sentimientos del protagonista en nosotros mismos; su terror se hace nuestro y sus reacciones y emociones son el camino que encuentra el miedo para infiltrarse en nuestra lectura. Y aquí el miedo es un miedo sublimado, no germina de algo concreto, es el miedo en su versión fundamental: el miedo a lo GRAN desconocido, a lo inabordable y arcano, a lo absoluto: el miedo cósmico. Más que eso, es estupefacción ante lo inexplicable e inabarcable, suspense ante lo que puede suceder. Por eso quiza es por lo que muchos lectores no encuentran el sol de media noche al uso de las historias de terror. No sucede nada, y cuando sucede lo hace sin alaracas, el horror se expande mediante tentáculos invisibles, mediante sabias pinceladas que conforman bocetos, siluetas apenas entrevistas; rodea al lector a los protagonistas, los roza con dedos helados y luego desaparece, se oculta, acechando el momento oportuno de debilidad.

La narración bebe bastante de la visión del universo de la naturaleza y la antropología que subyace en algunas obras de Machen, quizá sea el escritor sobre el que Ramsey Campbell más se sostenga en el relato; también uno aprecia tiznes de Algernon Blackwood, puesto que la naturaleza juega un papel fundamental en la obra, en este caso como arca, como potenciador y almacén del secreto que sobrevuela los capítulos uno tras otro; y al final nuestro amigo Lovecraft se entreve de una manera muy secundaria, muy, muy secundaria... pero está ahí; eso deben descubrirlo ustedes.

Quizá la obra hubiera ganado más si no se alargase tanto. Hay partes sobrantes, o al menos irrelevantes a la hora de secundar el argumento principal, o como islas en las que definir algo mejor a los personajes. Pero tampoco se hace farragosa, quizá si uno no está acostumbrado a esforzarse a la hora de leer, estas partes le aburran y le inviten a abandonar. pero, recuerde, leer no es siempre algo fácil, en ocasiones exige que el lector ponga algo de su parte: paciencia, comprensión...

Lo dicho, una novela de miedo cosmico que, a la postre, habla del enfrentamiento del hombre a ciertas fuerzas de la naturaleza y del cosmos, primigenias e inhumanas; de su reacción, de su estupor, de la pequeñez del ser humano ante ciertos elementos sobrenaturales.

Lean, lean... y cuidado con los días fríos, con la escarcha; la navidad es bella, pero todo lo hermoso oculta algo siniestro detrás como contrapunto.

lunes, octubre 09, 2006

Homenaje al maestro Lovecraft publicado

Bueno. Me publicaron en internet un cuentecillo, un diminuto divertimento que pretendía beber de las fuentes de ese maestro del terror llamado H. P. Lovecraft.

Se trata de 'Amor de madre' en la revista Necronomicón, editada por UBIK -Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía .

No voy a negar que es uno de los autores que más me ha influenciado y cuya lectura me lanzó definitivamente al abismo de la escritura.

miércoles, octubre 04, 2006

Dos apuntes a "El resplandor" , la película, y otras cosas

Uno se encuentra de todo en internet, cosas interesantes, sesudas, increibles, ridículas.
Bueno. Vamos a ello

El primero de los enlaces nos conduce a una visión de la película el resplandor algo distinta a la normal, vamos un pequeño análisis y declaración de intenciones , mu interesantes pues aportan un nuevo enfoque, o al menos nos inducen a ver la película con otra perspectiva (en inglés)

Five Things You Probably Didn't Notice in The Shining

Este segundo enlace es, ¿cómo decirlo? ¿Alucinante?
Ustedes mismos... una reinterpretación del resplandor en 30 segundos, también en ingles... pero eso es lo de menos.

http://www.angryalien.com/0504/shiningbunnies.html


Y esto ya sé que es algo friki, pero no puedo sustraerme: Una red turística de hoteles encantados

http://hotels.about.com/od/hauntedhotels/


Yo ya no tengo palabras hasta dentro de un buen rato.

Saludos

martes, octubre 03, 2006

La fábrica de pesadillas

¿Son ustedes supersticiosos?

Yo no.

Pero a veces, cuando uno toma un libro concreto del anaquel o el expositor de una librería, un leve temblor se trasmite del ejemplar a su mano, un temblor apenas perceptible, tanto es así que uno duda si no lo ha sentido en su cabeza y no en la punta de los dedos. Es un temblor que crea un nexo irrenunciable entre tú y el papel.

Percepción fugaz, escalofrío breve pero perturbador; uno sabe que algo se trama, algo en apariencia bueno. Y coge el libro, se lo lleva al regazo por miedo a que alguien se lo quite, se acerca a las cajas con la mirada baja, casi avergonzado por esa emoción que le impulsaría a leerlo allí mismo, sin esperar... y se aleja en dirección a casa, con la intención precisa de gaurdar ese ejemplar en la biblioteca, en un lugar preferente, como ese dulce que, cuando somos niños, nos regalan y posponemos ilusionados hasta el momento adecuado de paz y sosiego.

"La fábrica de pesadillas" de Thomas Ligotti. Ya les contaré.

lunes, octubre 02, 2006

"Susurros" en Paura 3

Bueno, no pienso pecar de modesto... no quiero pecar de modesto, pero tampoco de orgulloso. Creo que se trata de un justo premio a muchas horas de trabajo y lectura, a muchas horas de sudor y a cientos de cuartillas abandonadas y relatos huérfanos a medio terminar.

Por fin una obra mía aparece en papel... sí, ya sé, hay algunas en la web, en sitios punteros, de calidad manifiesta, como Axxon. Pero como amago de escritor uno siente un prurito especial cuando se entera de que un hijo va a nacer en papel, en letra impresa.

Se trata de "Susurros" en la antología anual de terror Paura 3.

Gracias todos quienes lo han hecho posible.

Mi mujer
El taller de Ciencia ficción taller_7_ccf
Y un montón de amigos como Ric, Albino, Paula, Erath, Sergio.........

Paura

Básicos del terror: la casa en el Límite, de William Hope Hodgson

Dentro del amplio ámbito del terror nos encontramos con una subespecie que casi todos los autores han explorado, la de “la casa”, los ejemplos son apabullantes: La Caída de la Casa Usher de Poe, Malpertuis de Jean Ray, La Casa Infernal de Matheson, La Guarida de Shirley Jackson, Salem’s Lot de Sthephen King… infinidad de buenos relatos, y muchos más que me olvido, seguro.

Pero hay una, ya no antecedente, sino referente, un referente sustancial de la literatura de terror que sobresale de las demás como un hito, como un poderoso foco: La Casa en el Límite de W. Hope Hodgson (en algunas ediciones la casa en el confín de la tierra).

Hace ya tiempo, en unas vacaciones atribuladas, le hinqué el diente de forma algo desordenada y sin la suficiente atención, ahora, después de unos años, he vuelto a encararme con ella y, lo reconozco, he disfrutado bastante.

En esta obra se aglutinan muchos tópicos, a veces demasiados, lo que hace que su lectura, llegado un momento resulte algo pesada, pero sin perder nunca su encanto. Desde la casa como portal dimensional, la casa como foco de maldad, la casa como puerta al mundo de los muertos, la casa como ente cuasi orgánico, dotado de una personalidad propia y siniestra. Y también podemos hallar cientos de matices. El autor nos daoportunidad de ir más allá de la propia casa como protagonista. La obra juguetea con el terror más puro en forma de sanguinarios monstruos de pesadilla, y de una forma más sutil y atractiva, con la interdimensionalidad del universo, con el desgarro de la pared que separa un cosmos de otro en el tiempo y en el espacio.

Aunque quizá sea la parte más pesada del libro, los capítulos en los que el protagonista es el centro de un viaje en el tiempo y en el espacio hasta el fin del universo conocido, son unos de los mejores referentes de una ciencia ficción esencial y mística, de una ciencia ficción en la que la fantasía se segrega por todos los poros, ofreciendo una visión oscura y desgarrada del devenir inmensurable de lo conocido.

Hope Hodgson no puede desembarazarse, lo mismo que Machen, de su origen galés, de la panoplia de referentes cuentos y leyendas que ha mamado desde niño, de la esencia arcaica y oculta que segrega su tierra. Aunque sus obras más conocidas son las relacionadas con la temática marina y el terror, es en ésta, donde mejor se resuelve el porqué de ese interés obsesivo por el lado oscuro de lo fantástico, por aquello que está oculto y nos acecha en los umbrales.

Merece la pena leer este libro, es obligado para quien quiera profundizar en la historia germinal del terror moderno, pues en él se prefigura con claridad ese concepto fundamental que, más tarde, Lovecraft y otros autores contemporáneos llevarán adelante con todas su consecuencias: el Horror Cósmico, o cómo otros llaman: el cuento de terror materialista.

Sí, La casa en el Límite se puede definir como una gran prefiguradora, como una obra en la que flotan, apenas esbozados, un buen número de temas que más tarde se desarrollarán en toda su intensidad.

Lean, lean… y tengan cuidado de quedarse dormidos entonces. Quizá no les guste dónde despierten.

Cita en elmundolibro.com
En wikipedia
En literarea fantástica

lunes, septiembre 11, 2006

Relatos de terror: "La isla de los Hongos"

Después de un abandono dramático en las profundidades de una mudanza, he podido desenterrar de entre su sepultura de cajas ese maravilloso volumen de la editorial Valdemar llamado "Mares tenebrosos".

No voy a entrar en un análisis exhaustivo, no es el objeto de este blog, o al menos de esta entrada. Déjenme que me centre en uno de los relatos, en uno que me ha hecho disfrutar especialmente. No creo que sea ni el mejor, ni el mejor escrito, ni el que posea la historia más original. No, no se trata de una obra maestra Sin embargo posee un carácter especial, simpático, podríamos decir embriagador: el dulce sabor de esos vinos delicados, de paladar dulce y aterciopelado que, en exceso nos empalagan, pero en su justa medida provocan nuestro deleite y una posterior sensación de satisfacción, de cerrada e íntima satisfacción.

Se rata del relato "la isla de los hongos" de P.M. Fisher.

Poco sabemos de este autor, principalmente que se dedicó entre los años 20 y 40 a escribir historias para diferentes revistas Pulp... y he ahí el encanto de este relato, eso tufillo a relato de revista pulp,de esos que requieren más que nunca, debido a su ingenuidad latente, la suspensión de la credulidad por parte del lector.

No voy a engañarles, me encanta practicar ese juego, me encanta subvertir mi incredulidad, ocultarla, esconderla permitiendo salir a la luz una vacilante credulidad, una sencilla credulidad, una suspensión de los mecanismos de racionalización que me retrotraiga a esa edad maravillosa, cuando un relato fantástico se nos hacía real, palpable, casi necesario para salir del vulgar devenir de la vida cotidiana.

Este relato es perfecto para ello. Me regocijo con su puerilidad, con su inocencia... uno siente al leer un viejo relato pulp como una especie de remusguillo propiciado por la aparente ingenuidad que impregna esos objetos de la imaginación. Es como si esos autores pretendieran encararse con fuerzas innombrables, con arcanos misteriosos, con aventuras oprobiosas y complicadas, con una perspectiva simple, superficial con una pompa y fatuidad casi risible, sin la profundidad psicológicay la sobriedad macabra que baña buena parte de este tipo de literatura actual... ingenuidad que despierta esa media sonrisa de conmiseración en nuestros labios, sonrisa que luego borramos porque hemos disfrutado como niños...

Ante todo nos encontramos con otro relato en el que prima más la atmósfera, el entorno, que la trama en sí, aunque ésta no se deja de lado nunca y es lo suficientemente atractiva como para que no nos desembaracemos de ella, aburridos de no ver que pase nada después de páginas y páginas de atmósfera y más atmósfera. Es un relato del tipo la otra dimensión de la naturaleza o naturaleza sobrenatural en los que lo inexplicable envuelve, asfixia, a los protagonistas y al lector sin asomo de piedad ni aparente vía de escape.

Todavía no he terminado de leer todos los relatos que componen esta antología. Pero lo que llevo leído me impulsa a arriesgarme y recomendarles a todos ustedes, a todos aquellos que sientan atracción por lo siniestro, por las emanaciones malignas que el mar, el océano infinito y oscuro, también posee, que compren y disfruten de esta excelente obra.

Lean, lean... y cuidado con las tempestades y la niebla. Sólo pocos saben que las puertas del infierno se abren tras ellas

viernes, septiembre 08, 2006

Alatriste

¿Alquien sabría darme una definición acertada de terror en tanto a concepto y nos sólo en cuanto a género?

No, no por favor, no comiencen a inundar este modesto blog haciendo caso de tan estúpida pregunta. No es esa mi intención al hacerla... uno, que tiene veleidades literarias y, a veces, le da por salirse por la tangente del verbo.

Y es que les quiero hablar de 'Alatriste', 'Alatriste' la película.

Para empezar me reconozco absoluto entusiasta, friki, diríamos, del universo Alatristiano, o lo que sería lo mismo decir, de la recreación cruda y singular del Madrid, de la España del siglo XVII que el señor Pérez Reverte presenta en sus obras dedicadas a tan rancio antihéroe.

Vayamos a ello.

¿Por qué hablo de terror? ¿Por qué pido una definición acertada del concepto?

Quizá porqué desde hacía mucho tiempo una película, una historia tan bien contada como 'Alatriste', no me había puesto cara a cara con esa vertiente del miedo que es la propia y simple humanidad, sin toques sobrenaturales, sin estallidos psicóticos: simple y llanamente unos hombres, unas mujeres metidos en un mundo donde no hay más reglas que la propia supervivencia, y un trasunto llamado honor, del que se gallea mucho, pero que, a la postre, no es más que una poco sutil máscara donde se esconde el miedo a la soledad, a no ser nada (ni nadie), a no tener un destino ni un fondo palpable.

Porque he pasado miedo, sí, unas pocas veces. Aterrorizado hasta dónde se puede llegar siendo un simple hombre vapuleado por las circunstancias: metido en una guerra, tan cruel como todas, pero una guerra (en una vida, en una sociedad) en la que, cuando te llevabas a un ser humano por delante, sentías su sangre fluir por tus manos, su cuerpo tensarse trinchado por tu acero, boqueando en busca del aire que se le escapa a borbotones, por la tajadera abierta en su garganta... enemigo y, llegado el caso, amigo.

Sí, me gusta el miedo a lo sobrenatural, ese miedo artístico; me gusta el miedo que hurga en las cloacas de la mente, en la enfermedad; hasta el miedo que nace de una naturaleza desenfocada, dislocada, animada por estímulos poco comunes... pero el miedo que surge del natural devenir de una sociedad, de unas personas vulgares y corrientes, de lo que son capaces de llegar a hacer y de qué manera lo hacen, ese miedo sí que me pone los pelos de punta.

Eso es, entre otras muchas cosas, 'Alatriste'.

Nunca he pecado de chauvinismo. Lo que es malo, o simplemente no te ha gustado, es así y punto, sea español, aragonés, en mi caso, o de la madre que lo parió. Pero 'Alatriste' es una de esas películas que le reconcilian a uno con un cine español al que le costaba ganarme para su causa de un tiempo a esta parte.

Y es que estoy harto de introspecciones aceradas, de viajes al fondo oscuro de la esencialidad intrapersonal, harto de una antropología de celuloide con pretensiones de alta cultura, harto de que no fueran capaces de darme, además de eso, recalco, además de eso, algo más... una simple historia bien contada, sin artilugios que delaten el posmodernismo ultrahumanista del autor, lo rompedor que es, lo especial del universo que atormenta su creatividad: una historia... y si no saben lo que es, que lean a Steinbeck, Cervantes, Sciascia, Torrente Ballester...

Con eso quiero decir que no me molesta esa paparruchada de 'película de las que te hacen pensar' pero si 'no me entretiene'... entonces, ande yo caliente y ríase la gente.

Pero me voy por las ramas.

Hay que ir a ver 'Alatriste', hay que empaparse de una parte de la historia de España casi olvidada; hay que ir a ver a un grupo de personajes atormentados por su destino insoslayable y trágico, capaces de lo meor y lo peor, inmersos en una marea todopoderosa y cruel.

Al final, el director es como si nos dijera, 'esto es lo que hay, nada más'. Y entonces respiramos hondo, nos encogemos un poco y salimos de la sala algo más sabios, algo más asombrados de pertenecer a esta especie.

Vean, vean.

jueves, agosto 24, 2006

Buenas noches y buena suerte

Hay películas que están creadas para revolver conciencias, para persuadirnos de que nuestro cerebro está ahí, no sólo para dejarse atiborrar de toneladas de 'entretenimiento', sino además para reflexionar y hacer una análisis crítico de la realidad que nos rodea.
En cierto modo 'Buenas noches y buena suerte', entre otras muchas cosas, nos habla de la endiablada manera en la que el mundo actual anula esa nuestra capacidad de reflexión crítica, anula, embota o tergiversa nuestro sentido de la percepción de la realidad, nos hace partícipes de un plácido y engañoso estado del bienestar del rebaño, o lo que es peor, perfecciona nuetra tendencia absurda a desleir lo que nos molesta de la realidad entre grandes cantidades de artefactos espectaculares, entretenimientos vacíos y espectáculos intrascendentes.
Buena película, buena historia-la realidad a veces nos ofrece mejores creaciones que la imaginación más destada.

También habla de la manipulación, de lo fácilmente que los hechos se tergiversan en manos de aquellos que se arrogan el marchamo de adalides de la libertad. Nos muestra un conjunto de estrategias conducentes a ofuscar nuestra neutralidad moral, del esfuerzo que unos pocos deben hacer para destapar estos ardides que amenazan con conducir nuestra existencia hacia una simplicidad perversa en la que el objetivo condiciona los medios, aunque estos sean entren en contradicción manifiesta con él.

No diré más, es conveniente que la vean, que disfruten como yo de ella. Me recuerda al espíritu que anima otras creaciones como 'Siete días de mayo' de joh Frankenheimer, 'Punto límite' de Sidney Lumet, 'Network' o , en otro estilo,'Teléfono rojo, volamos hacia Moscú' y otras grandes películas donde se abre la ventana de cara a la zona más oscura de la política o la comunicación.

Vean, vean... y por cierto, esos americanos de entonces fumaban como carreteros. Quién lo iba a decir hoy.

Quizá otro día me atreva con una apología del vicio y nuestro derecho a disfrutar con él.

jueves, julio 06, 2006

La Mirada Maligna: Vernon Lee

Uno relee viejas recopilaciones, busca en listados una tarde perdida por internet, y encuentra recurrencias, repeticiones que terminan por despertar un gusanillo en el estómago literario. Una de esas repeticiones es Vernon Lee .

Así que, cuando vi que publicaban La mirada maligna, recopilación de unos pocos relatos de la autora, pues hice caso del gusanillo y comí de la manzana.

Si uno es fanático del horror moderno, de la fantasía oscura de toque contemporáneo, urbano, cosmopolita, entonces ni se le ocurra acercarse al libro. Vernon Lee escribe con maestría novecentista, con detalle pristino, con voz reposada, con ese oropel que abruma por su enciclopedismo. Sus relatos nos encaran con una crueldad refinada, con un horror que sólo se aparece al cabo e un tiempo, cuando el relato está en nuestro estómago cerebral, a medio digerir. No hay brusquedades, experimentalismos, son palbras, hitorias puras.

Actualmente estoy leyendo una recopilación, una de esas de la antigua "Bruguera": Las mejores historias siniestras, un compendio de relatos escritos por autores famosos que normalmente no se han dejado caer por los pagos de lo fantástico. En muchos de ellos encuentro el mismo aroma que se aspira en las páginas que nos ofrece Vernon Lee. El terror (lo siniestro, lo fantástico) está enterrado bajo capas de vulgar o brilante normalidad, de historias de estar por casa de, de golpe o con suavidad de gato giran hasta encararnos con los más siniestros rostros del universo.

Vernon Lee nos presenta la maestría de esos artesanos que uno imagina arrugados, retorcidos de estar toda su vida inclinados sobre el banco de trabajo, obsesionados con esa rara joya llamada perfección, en una eterna búsqueda de un grial elusivo.

Lo dicho, una excelente muestra de otra forma de ver y encarar lo fantástico y lo siniestro en lo fantástico.

Lean, lean...

lunes, junio 12, 2006

"El Bosque", la película

Este fin de semana he tenido la oportunidad de ver el dvd de la película "El bosque" (the village) de M. Night Shyamalan, el autor de "El sexto sentido".

Hace tiempo leí diversas críticas. las había para todos los gustos, pero buena parte de ellas aludían a la poca entidad del film como película de terror.

Lo cual me hace reflexionar algo. La, a veces, nefasta capacidad de la publicidad para conducirnos a engaño, para hacernos pensar una cosa cuando, en realidad, lo que vemos nos dice otra bien distinta.

"El bosque" es una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo. No es una película de terror. Es una película que habla del terror desde la óptica del uso que se hace de él para manipular a los personas. Lo cierto es que no debemos confundir tensión con terror. Cosa que la productora y sus gurús del márketing sí hicieron... y metieron la pata. Pensaban que así iban a atrer más gente, pero lo único que lograron fue un conjunto de espectadores decepcionados y confundidos que terminaron por convertirse en detractores. Y eso es injusto, la película no es mala, no es aburrida, simplemente no se adapata a lo que se vendió, al dinamismo del trailer, a la acción terrorífica que se intuía.

Todo esto me recuerda, en una suerte de rocambole que me hace reflexionar a la inversa, a la actual situación de la literatura fantástica: ciertos autores "serios" que, habiendo escrito una obra claramente de corte fantástico (llámese ciencia ficción, terror, fantasía) intentan por todos los medios alejarse de semejanta catalogación, no vaya a ser que les caiga un estigma encima.

El arte es arte. Catalogamos porque el hombre es así, actúa a si impelido por una estructura mental determinada. Pero lo importante no ha de ser la filiación de la obra de arte, lo importante es la obra en sí, el efecto que tiene en quien la lee, la siente, escucha o contempla. Soy de los que piensa que la catalogación debe ser un ejercicio a posteriori, algo que nos ayude a almacenar, no que nos mueva a ver, porque entonces nos volveremos unos hemiplégicos mentales, estaremos cojos, faltos de sustento por no haber sabido ir a buscar en otros campos, en otras luces, en otras tierras tan fértiles como la que más

Vuelvo a "El bosque"

La película es impecable, de una hermosura serena e inquietante. Es sobria, lacónica, com el personaje de Joaquim Phoenix. Los actores abruman con sus interpretaciones. Visualmente es casi una obra de arte, y la banda sonora, incluidos los silencios, se mezcla con la narración con cuidado equilibrio, complementándose de una forma escalofriante.

Si la van a ver olvídense de lo que les contaron o de o que leyeron en una crítica. Limpien la pizarra y entren vírgenes. Verán la crónica de un manipulación, al tragedia de ver cómo las ideas más nobles pueden contaminarse sin remedio de los vicios que ellas mismas detestan. Como todo en esta vida ni es blanco ni es negro, como el miedo es el arma de los tiranos y, a veces, de los que se creen justos.

No le defraudará

Vean, vean... cuidado con aquellos de los que no hablamos, pero que tenemos siempre en la cabeza.

lunes, mayo 22, 2006

UBIK

Por fin.
Y es que, desde hace demasiado tiempo apenas dispongo de más de una hora limpia para tomar un libro y leer con calma. Pero un largo viaje, tres horas y pico de autobús, ida y vuelta, le dan a uno la portunidad de enfrentarse a una de esas obras que venían susurrando detrás de la oreja.

Genial.

Cualquier nivel de lectura que tomemos nos agrada, nos seduce, nos pincha. Dick perfila un universo estrambótico, desquiciante, creíble. Luego ese universo se desencadena en toda su locura, y entonces... entonces sopréndase y busquen la realidad, intenten encontrarla. Se darán cuenta de cuán elusiva es ella, de cómo juega a escaparse y aparecer, a disfrazarse.

UBIK, ciencia ficción y novela negra. Sí también. Soy lector asiduo de este segundo género, y puedo decir que ubik encierra una estructura narrativa similar a la de muchas novelas del género. Es beneficiaria de algunos de sus trucos.

No adelantarémás. Hay una edición de bolsillo al alcance de cuaqluiera aquí en España. Espero que en otros sitios sea igual de fácil dar con ella.

Consejo para aprendices de escritores:

Destripen los diálogos, háganlos suyos, aprendan.

Lean, lean... y recuerden el retardador de crecimiento capilar UBIK dejará su piel tersa y suave durante tiempo ilimitado. Use UBIK con precaución, siga las instrucciones de uso,

Absténganse paranoicos.

*Nota: 10 para Dick, 1.5 para los editores... premio al que encuentre más erratas en la edición de Solaris.

Reseña y comentarios en La Tercera Fundación
Y, cómo no, en Axxon

viernes, mayo 12, 2006

30 días de noche...

Hablemos de comics. No soy lector asiduo de ellos. En mis tiempos, como cualquier aficionado al terror, leí con deleite los números de la revista creepy que cayeron en mis manos, y algunos otros ejemplares tipo cimoc en os que se insertaban este tipo de historias, poco más.

Cuando se ataca el género desde este ámbito, el lector habitual de literatura de terror tiene que cambiar su tipo de enfoque; incluso si uno es espectador asiduo de películas del mismo género, también se requiere un punto de vista distinto con el que acercarse al comic, a la novela gráfica.

Así tuve que hacer cuando la curiosidad me hizo detenerme delante de una tienda especializada y, atraido por una novela gráfica de Clive Barker, me puse a husmear. Encontré 30 DÍAS DE NOCHE, me la llevé y al par de días volvía a por las dos que le siguen: DÍAS OSCUROS y 30 DÍAS DE NOCHE: REGRESO A BARROW.

Regresamos al tópico tema de los vampiros, pero desde una óptica distinta a lo que la moda dicta actualmente a este respecto. No esperen encontrarse con lindos donceles y damiselas lánguidas, de colmillos afilados, vida social ajetreada y modales exquisitos, no esperen un pastiche de nuestra amiga Anne Rice, no... Son desarraigados, son depredadores que ocultan su condición con una dosis masiva de resentimiento, son monstruos; no saben lo que es la compasión y su único objeto es el de sobrevivir como especie.

El argumento es sencillo. Barrow es un pueblo en Alaska. Cada año la oscuridad lo envuelve durante treinta días. Un grupo de vampiros aprovechan la oportunidad para... hacer lo que un vampiro hace, claro... comer, destruir, devorar sin que la luz del sol sea un impedimento.

La tensión, el miedo, la claustrofobia, la impotencia, el terror... son sensaciones que se palpan conforme avanza en la lectura, los dibujos las escupen sobre uno sin concesiones.

Gráficamente, no soy un especialista, las historias son brutales, simples, impecables.

De las tres obras, quizá la mejor, la que más me ha atraído e impresionado es la segunda: DÍAS OSCUROS, en ella se recorre el submundo vampírico con pinceladas breves pero precisas. Aunque las tres conforman un corpus total, cerrado y atractivo.

Una recomendación para los que, como yo, quieran meter la cabeza en este mundillo. Una historia de miedo de las de siempre, bien tratada, bien llevada.


Reseñas en Tumba Abierta 1 y 2

Lean, lean... no se dejen morder

lunes, mayo 08, 2006

Básicos del Terror: "Antiguas Brujerías", de Algernon Blackwood

Hay relatos que se repiten en antología tras antología. Es el caso de algún autor, y cuando de terror se habla, el maestro Blackwood está siempre ahí. Podría haber escogido el que quizá sea su relato más famoso El Wendigo, pero bueno, esa es otra historia. Hoy me centraré en una de las obras de este autor a las que más cariño profeso.

Blackwood es uno de los maestros de Lovecraft, quizá se le conozca por las comentarios entusiastas del autor de Providence, pero reparar en él sólo por ello, sería injusto. Blackwood debe, no, tiene que entrar por derecho propia en la bibioteca de todo aficionado a la literatura de terror que se precie, por la puerta grande y sin miramientos.

Se trata, casi sin discusión, de uno de los autores que mejor maneja los ambientes, las atmósferas (encuentren por ahí el relato Los sauces...). Los relatos de Blackwood están empaquetados con delicadeza cruel, con minuciosidad, el lenguaje nos trasporta a un lugar, nos deja en él y allí somos cómplices de las peripecias macabras del portagonista.

Antiguas Brujerías pertenece a los relatos dedicados a John Silence, investigador de lo oculto. Aunque la presencia de este personaje es testimonial y sin importancia. Esta vez acompañamos al típico viajero inglés que se ve atrapado por los encantos del Continente en su estado más puro y misterioso. Una aldea perdida en Italia es el escenario perfecto para que este hombrecillo se enfrente al miedo, a lo desconocido, a lo que el tiempo ha ocultado pudorosamente del ojos de los mortales... o quizá se trate sólo de una ilusión.

No diré nada más. Quien quiera que busque, encuentre y goce.

Lean, lean... miau.

El relato en Valdemar (de la tercera fundación)
El relato en Alianza Editorial (de la misma fuente)
El autor en wikipedia
El autor en Letras perdidas