lunes, junio 18, 2007

Publicando

En cualquier escritorzuelo en ciernes, publicar produce momentos de satisfacción, una especie de corriente de orgullo desmedido. Y si encima ve su creación plasmada en papel, esa satisfacción reverdece, muta en una alegría casi desaforada. El papel posee una cualidad especial, una sustancia fantástica que hechiza la realidad de la palabra.

Y esta sucesión de barbaridades, ¿a qué viene? A que de nuevo veo aparecer a un hijo mío, esta vez en el fancine Miasma. Se trata del relato, el mazo… como dicen en su presentación: 'José María Tamparillas que debate sobre la perversión y la obsesión en su relato…'

Espero que puedan hacerse con un número, espero que mi creación, y las de la compañía, les gusten.