miércoles, agosto 27, 2008

La canción de kali

Para todo escritor de fantasía, o al menos para casi todos, llega un momento en el que el terror ejerce un notable poder de seducción y termina experimentando. Quizá esta atracción venga propiciada por la facultad del género que permite una sumersión más cómoda en ciertos rincones -sí, seamos tópicos-, oscuros, esquivos y fascinantes, tanto del alma humana como del sustrato más tenebroso y esotérico del universo que nos rodea, y por lo tanto aguijoneen esa natural tendencia del autor por mostrar ese universo filtrado por su personal interpretación estética y creadora.
La canción de Kali es el primer acercamiento de dan Simmons, sí, el autor de Hyperion y otras excelentes novelas de ciencia ficción y fantasía, a dicho género. Y como tal, nos encontramos con un una cierta inseguridad, un cierto apresuramiento o falta de equilibrio en ciertas partes del libro. Con ello no quiero dar a entender que sea un a mala obra. La canción de Kali es una novela excelente, sin llegar a portentosa en todos sus capítulos, sí posee la suficiente consistencia, originalidad y poder en buena parte de su longitud. Sí, he dicho poder. Porque una vez uno comienza su lectura, no hay forma de parar, los párrafos te atrapan de forma irremisible con su poética intensidad. El afán investigador del autor complementa a la perfección esto último, añadiendo un incuestionable valor añadido de interés y curiosidad por parte del lector
Los protagonistas incuestionables de la novela son Calcuta y el mal, un mal omnipresente, exótico. Es quizá este exotismo una de las causas fundamentales de la atracción que ejerce la trama en sí. Simmons retrata con siniestra perfección el mal instalado en un universo ajeno, dominado por unas costumbre extrañas, pero a la postre capaz de contaminar con su toque pernicioso y desintegrador a cualquier a que se acerque a él. No importa dónde estemos, quienes seamos... el mal está presente en cualquier lugar, se adapta, muta y adopta la hipnótica silueta que mejor se adecua a las condiciones, al contorno.
Quizá sea yo un creador y lector obsesionado con este tema, quizá sea esto un acicate que pervierte en cierto modo el sesgo que adopto en mis consideraciones, pero creo que no me equivoco si recomiendo encarecidamente la lectura de esta novela a cualquier aficionado al terror en busca de viejas joyas que suplementen la aparente carencia de calidad en las publicaciones actuales.
La canción de Kali ha supuesto este verano unas cuantas tardes de excitante lectura en las perdidas montañas asturianas, un estupendo anclaje a mi afición dentro del aislamiento del estío.
Espero que, si alguno de ustedes se anima y confía en mi consejo, primero, no salga defraudado, y segundo, disfrute como yo lo he hecho